Llevamos días preguntándonos por qué no se presenta de una vez el Plan Estratégico para Melilla y Ceuta que estaba previsto que el ministro Miquel Iceta (ahora al frente del Ministerio de Cultura) pusiera en marcha “antes de verano”.
Pues bien, el diario El País nos dio este martes la clave: porque el Gobierno de Pedro Sánchez y Podemos a estas alturas no tiene claro si lo más conveniente es apostar por ciudades autónomas que miren hacia Europa o si, por el contrario, nos convendría retomar el concepto de “zona de prosperidad compartida” con Marruecos, al estilo de lo que ellos dicen que pretenden hacer con Gibraltar.
Fíjense cómo cambian las cosas. Hace un mes el Gobierno de España estaba preocupado por un informe que daba cuenta de la desafección al Estado latente en Melilla y Ceuta debido a la percepción de que recibimos servicios públicos de peor calidad que el resto de españoles.
También tenían claro la necesidad de reforzar el perímetro fronterizo con agentes del Frontex; mejorar la conexión aérea y marítima con la península; entrar en la Unión Aduanera y pedir pasaporte a todos los marroquíes que quieran acceder al espacio Schengen.
Hablaban incluso de reformas en el régimen económico y de aumentar los beneficios fiscales e impulsar nuevos sectores de actividad, entre los que destacaron el turismo de cruceros y el juego online.
Bueno, pues ahora resulta que ese Plan Estratégico (que no era la panacea), está en el aire porque ahora dudan de si lo más conveniente es apostar por “la prosperidad compartida”.
Me consta que hay asociaciones marroquíes enviando cartas a Rabat pidiendo que abran de una vez la frontera de Melilla en aras de “la prosperidad compartida”. ¿A qué se debe el cambio de opinión del Gobierno? ¿Lleva Marruecos la voz cantante?
Según El País hay conversaciones intensas con Rabat para buscar una salida a la crisis bilateral con España, que satisfaga a las dos partes sin llegar al extremo de que nuestro Gobierno tenga que reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara, que es una línea roja que no estamos dispuestos a cruzar. No por capricho, sino por apego a la posición de la Organización de Naciones Unidas.
El caso es que el ministro de Exteriores español, José Manuel Albares, sigue dándole largas a la visita oficial a Marruecos. Su primer viaje ha sido a Londres y el segundo, a la toma de posesión de un presidente comunista en Perú. Vamos, nos estamos cubriendo de gloria.
Para que lo tengamos claro, a día de hoy, no hay un Plan Estratégico claro para Melilla y Ceuta sobre la mesa. Es una realidad: no existe. El PP tiene su propuesta. El Gobierno ha guardado en un cajón la suya y entre pitos y flautas ya tenemos confirmación de que la frontera de Melilla seguirá cerrada hasta el 31 de agosto.
Esto señores, va para largo. No ha habido un solo Gobierno en este país que haya tenido como prioridad a Melilla y Ceuta. Somos un grano en el culo. Salimos caros y nadie quiere pasar a la historia como el partido que cedió nuestra soberanía a Marruecos. En su lugar, nos ignoran.
Quien crea que nuestra asfixia se debe únicamente a Marruecos, se equivoca. Rabat nos ha quitado lo que nos daba. Es cierto. Nos ha cerrado la Aduana y la frontera. Cortó el comercio atípico y le cobra más a nuestros empresarios que a los de Málaga o Almería.
¿Pero qué ha hecho España en todo este tiempo para que repunte la llegada de buques a nuestro puerto? ¿Qué ha hecho de especial para paliar el paro? Nada. No ha habido una inversión especial atendiendo a la situación especial que vivimos. Nos dan lo que le han dado a Teruel o a Extremadura.
Perdón, ojalá nos hubieran dado lo mismo que a Teruel. En marzo pasado el Gobierno central informó que proponía a Teruel como Capital Española de la Economía Social 2021 y en el último Consejo de Ministros aprobaron una inversión de 30 millones de euros destinados a mejorar las infraestructuras de esta provincia. Con un solo diputado en el Congreso han pasado de reclamar su existencia a festejarla.
Ellos deciden porque tienen el poder de inclinar la balanza a uno u otro lado del arco parlamentario. Nosotros formamos parte del bloque que se ve gobernando en dos años en Moncloa. Hemos vivido 20 años en esa situación y cuando uno mira a Melilla con ganas de hacer autocrítica tiene que reconocer que estamos a años luz de la civilización Occidental. No sólo a nivel estético sino también en materia de calidad democrática y respeto a los derechos humanos. Aquí todavía vale todo. Y no puede ser.