La quinta ola de la pandemia ya alcanzó a Melilla, los números no mienten y demuestran lo que desde hace unas dos semanas se viene alertando: de no tomarse las medidas necesarias se va a tener que afrontar una situación, de nuevo, complicada.
Un lector consuetudinario de noticias ha podido comprobarlo sin problema, los contagios han ido creciendo en una progresión casi geométrica para llegar a los 175 casos activos. De seguir como vamos, con una movilidad incontrolada e interacción social irresponsable, no tendría nada de extraordinario no solo que alcancemos las cifras de los peores momentos de la pandemia en Melilla, si no que corremos el riesgo de superarlas dadas las características de esta nueva cepa del coronavirus, altamente contagiosa. El análisis de las cifras actuales ha generado una proyección de aumento en pleno verano, con ciudadanos, especialmente los jóvenes, entrando y saliendo de la ciudad sin que hasta ahora se haya decidido establecer controles obligados tales como test de antígenos y pruebas PCR para identificar aquellos casos importados de otras latitudes que puedan empeorar la situación de Melilla, o que contengan en la jurisdicción aquellas infecciones locales que se convierten en nuestra responsabilidad para evitar nuevos contagios.
No está de más que se hagan test de antígenos a la entrada de los lugares de reunión social para prevenir nuevos contagios, por supuesto que no, pero es todavía más urgente controlar la salud de los que entran y salen de Melilla, pues la tendencia nacional es que esa movilidad descontrolada es la que está impulsando esta quinta ola de contagios que puede echar al traste todos los avances obtenidos en los últimos meses en materia de covid-19.
En una popular novela juvenil de hace unos pocos años, titulada ‘La Quinta Ola’, se narraba que los humanos, engañados por seres de otra galaxia, empezaron a exterminarse entre ellos, luego de que externamente decidieron usar la confianza entre humanos en su contra.
Y esto es lo que, aparentemente está ocurriendo con nosotros, el virus se está valiendo de nuestra necesidad de socialización para propagarse y nosotros mismos nos estamos dañando al no cumplir las normas de bioseguridad como seguir usando la mascarilla -aunque nos digan lo contrario-, la higiene adecuada de manos y distanciamiento social.
Urgen medidas oficiales para contener los contagios, pero la salud sigue siendo responsabilidad de todos.