Pablo Casado ha dado un espaldarazo a Juan José Imbroda y a su equipo del PP al venir a Melilla a recoger de manos del ex presidente de la Ciudad una propuesta de Plan Estratégico, que, en mi opinión, tiene luces y sombras, pero es mejor que el que tenía el ex ministro Ábalos, hoy destituido, y que ahora debe yacer en un cajón, víctima del traspaso de competencias.
En Melilla y Ceuta no tenemos suerte. Nadie en su sano juicio podía imaginar que Sánchez se cargaría a su hombre de confianza. Pero hay que reconocer que Ábalos se curró la ‘jubilación anticipada’ con el Delcygate y el rescate de la aerolínea Plus Ultra, sospechosa de presuntos vínculos con la dictadura de Nicolás Maduro.
Para rematar se puso él mismo la cuerda al cuello al tutelar la fallida moción de censura de Murcia, que derivó en la debacle electoral de Madrid, donde Más Madrid adelantó a los socialistas. En herencia, Ábalos nos dejó a los melillenses un contrato marítimo infame con billetes caros y menos rotaciones. (A los cubanos nos dejó un embajador que él colocó en La Habana y que no habla con los opositores a la dictadura ni por telepatía).
Si os soy sincera, celebré la destitución de Ábalos. Estaba feliz, hasta que caí en la cuenta de que el cambio nos dejaba sin aquel Plan Estratégico filtrado a El País, que iba a salir adelante este mismo verano. Mi gozo en un pozo.
Volviendo a Casado y su visita a Melilla, nos guste o no hay que asumir que la presencia del presidente del PP en la ciudad debió caer como un cubo de agua fría a la facción rebelde dentro del partido, que aspira a presentar una candidatura alternativa cuando lleguen las elecciones el año que viene.
Casado fue meridianamente claro y dijo que está convencido de que el PP de Melilla volverá a gobernar. Todo apunta a que va bien encaminado. El último panel de Electomanía, correspondiente al 30 de junio, recoge una bajada de CpM y una subida de PP y Vox. Ahora tienen que mantenerlo.
Al Plan Estratégico del PP le pongo una pega. Estamos pensando en un mismo proyecto de desarrollo para Melilla y Ceuta, cuando las dos ciudades autónomas sólo tienen en común la ubicación geográfica, el tratamiento fiscal o la multiculturalidad.
Cuando uno pisa Ceuta, y yo tuve la oportunidad de hacerlo este martes, se da cuenta de que aquello es Europa. Es una bombonera a la que sólo habría que añadirle un lazo de seda para atarla como un paquete de regalo.
Melilla está a años luz de Ceuta. Teniendo más materia prima a la que sacarle partido, Ceuta ha construido un patrimonio artístico y ecológico a pie de calle que no tenemos aquí. Aquella ciudad está llena de esculturas, fuentes, farolas, árboles y flores por todas partes. Parece, incluso, hasta más luminosa con tanto mar y tanto cielo compitiendo en tonalidades de azul.
No entiendo cómo es posible que con presupuestos similares Vivas haya podido sacarle tanto partido a Ceuta. Al final, va a ser verdad que el gobernante importa. Ahora ya es tarde. No podemos echar el tiempo atrás. Melilla y Ceuta están en dos niveles diferentes. Nosotros necesitamos un Plan Estratégico específico para empezar a hacer todo lo que debimos hacer cuando lo hacía Ceuta.
Reproches aparte, me gusta mucho la idea de la rebaja fiscal para atraer empresas digitales y teletrabajo a Melilla y Ceuta. La única duda que me plantea esta cuestión es, nuevamente, por qué no se hizo antes. Pero ahora no vamos a caer en los reproches de lo que se dejó sin hacer en 20 años de gobierno de PP en Melilla. Hoy, y eso es una realidad, estamos peor que cuando gobernaba Imbroda. Así que, como dice el refrán, borrón y cuenta nueva.
Por supuesto que me gusta la propuesta de reforzar el perímetro fronterizo con más guardias civiles y agentes del Frontex. Rajoy, como todos sabemos, es del PP, y durante su gobierno se negó a ceder competencias a Bruselas. Su ejecutivo rechazó en 2018 ampliar de 1.500 a 10.000 efectivos la plantilla de Frontex con la intención de enviarlos a vigilar las fronteras exteriores de la Unión en Grecia, Italia y España. En su lugar pidió más dinero para Marruecos y para controlar la inmigración.
Pero como es bien sabido, Rajoy ya es historia y de alguna manera esta propuesta del PP de Melilla y Ceuta en tiempos de Pablo Casado viene a enmendarle la plana. Está en todo su derecho y hasta sería interesante poder comprobar si en caso de gobernar, será capaz de cumplir su palabra o como hizo Rajoy, lejos de aumentar las plantillas, las adelgaza a mínimos históricos.
Como digo, algo es mejor que nada.