Los actos del Día de Melilla dieron comienzo con la imposición de las Medallas de Oro a dos unidades militares que han jugado un “papel fundamental” a lo largo de su historia.
Como ya viene siendo tradición, la ciudad de Melilla quiso comenzar los actos de su fiesta grande rindiendo tributo a sus ciudadanos o instituciones más ilustres con la imposición de las Medallas de Oro que anualmente se entregan el 17 de septiembre. Este año no fue una excepción, pues cuando pasaban unos minutos de las 12:00 horas comenzó en el Palacio de la Asamblea, y ante los ojos de los principales dirigentes de la ciudad, la ceremonia en la cual se interpusieron sendas condecoraciones a la Unidad de Regulares 52 y al Cuerpo de Artillería.
En un evento cargado de emoción, celebrado en el Salón Dorado, acudieron a recoger las Medallas en nombre de sus respectivas unidades los coroneles de ambas; Fernando González Arteaga por parte de los Regulares y José Luis Berzal Hernando por la de Artillería.
“Esfuerzo, lealtad, dignidad, constancia, patriotismo y honestidad”. Estos fueron algunos de los adjetivos que el presidente de la Ciudad Autónoma de Melilla, Juan José Imbroda, brindó a los premiados de este año, al tiempo que recordaba a los asistentes que estos galardones eran concedidos a aquellos que participaban de manera especial en la “inacabable e ilusionante carrera de construir nuestra sociedad”.
A lo largo de su discurso, la máxima autoridad local destacó el “respeto, cariño y gratitud” que guardan los melillenses hacia el Ejército español, que este año ha visto reflejado ese candor con la concesión de dos Medallas de Oro por decisión unánime de la Asamblea.
Y es que, como recordó el presidente autonómico, ambas unidades han jugado un papel vital en la historia de Melilla, no sólo en el plano militar, sino también “en el de la cohesión social”.
Un siglo de historia
Con palabras hacia el Cuerpo de Regulares, Imbroda recordó que el año que viene se cumplirá un siglo de su creación en Melilla, al tiempo que recalcó como en sus orígenes, formando como las Fuerzas Regulares Indígenas y bajo el mando de Dámaso Berenguer, acudieron a los lugares donde el riesgo era mayor.
“Nombres como Antonio Espinosa, Juan Salafranca, Joaquín Cebollino, Rafael Valenzuela o Claudio Temprano jalonan una galería de hombres buenos al servicio de España, al servicio de Melilla”, rememoró el presidente del Gobierno local.
Así, recordando las efemérides de este insigne cuerpo, llegó hasta el momento en el que fue definitivamente constituido como el Grupo de Regulares de Melilla Nº52 a principios del año 2000, tras haberse convertido en la unidad más condecorada del Ejército español.
Además, subrayó su labor en misiones en el extranjero, de las cuales quiso destacar las últimas, llevadas a cabo entre marzo y septiembre en Kosovo o la del 2006, formando la Agrupación Táctica Ciudad de Melilla en Bosnia.
Desde el comienzo
De igual modo, no escatimó en elogios hacia los artilleros, de quienes recordó que están ligados a la historia de Melilla desde que Pedro de Estopiñán pisó tierra africana, pues 19 hombres de esta unidad le acompañaron en su aventura.
No se quedaron sus alabanzas en el plano militar, pues recordó el papel que jugaron en el social, con la formación e instrucción de jóvenes en artes y oficios de maquinaria, dotándoles de un futuro e impulsando el desarrollo de Melilla.
No quiso olvidar la insigne figura que Artillería otorgó a Melilla, la del presidente de la Junta Municipal, Cándido Lobera, fundador del Telegrama del Rif e impulsor de numerosas innovaciones en materia de transporte.
“Decía al inicio de mi intervención que no es secreto alguno el cariño de Melilla hacia el Ejército. No podríamos comprender nuestra identidad y razón de ser sin él, forma parte de nuestra estructura básica como sociedad. Una sociedad que siente, que se esfuerza, que perdura por su carácter y que aspira, convencida, en su futuro, en el que el Ejército está plenamente integrado”, sentenció el presidente.
Para finalizar, y entre los aplausos de los asistentes, una breve interpretación del Cuarteto de Cuerda y de la Coral Polifónica del Orfeón del Padre Victoria, que pusieron punto y final a tan emotivo acto antes de que la celebración se trasladase al Hotel Tryp Melilla Puerto, donde se ofreció una copa de vino a todos los asistentes.