VECINOS del centro están sufriendo en sus carnes la peatonalización de las calles de la zona. Desde que se acometieron las obras para eliminar el tráfico rodado en algunas de las vías más céntricas de Melilla, los habitantes del lugar se sienten inseguros antes lo solitarias que han quedado las calles y se quejan de la ausencia de aparcamientos para poder realizar sus labores más cotidianas.
Los comerciantes de la zona también padecen la falta de movimiento, lo que ha influido negativamente en sus ventas. Sumado a la pandemia de coronavirus, la situación de michos de estos comercios se ha vuelto poco menos que insostenible.
Peatonalizar las calles, con la intención de convertir al transeúnte en protagonista de la zona, eliminar el molesto trafico de vehículos y reducir la contaminación parece una buena decisión por parte de la Administración local, pero hay que tener en cuenta las consecuencias.
Cuando se emprende un cambio de este calado hay que ser consciente de que se va a cambiar la vida de los vecinos, de los comercios y de la hostelería de la zona y medir mucho el impacto que se va a producir. Es preciso, por tanto, conjugar las necesidades de los residentes y trabajadores de la zona con el proyecto y no olvidar que allí viven personas. Y, si nos atenemos a las sensaciones de los vecinos, las cosas no se ha hecho bien.
La creación de grandes espacios solo para peatones pero que se encuentran la mayor parte del día vacíos, no es lo ideal para los que tienen allí sus domicilios y tampoco para los comercios. También ha supuesto un cambio a peor la imposibilidad de aparcar en la zona, otra consecuencia negativa tanto para residentes, que no pueden hacerlo cerca de casa, como para las tiendas, que han perdido clientes.
La peatonalización del centro necesita un revisión. Está claro que por el momento ha generado más inconvenientes que beneficios a residentes y empresarios de la zona, lo que no puede ser nunca el resultado de una reestructuración urbanística. La zona centro de Melilla necesita urgentemente una dinamización, que sea un imán para los potenciales clientes y que la zona rebose la vida que se espera del centro urbano de cualquier ciudad moderna.