Se acerca el final del estado de alarma. tal y como ha insistido el Gobierno central, a partir del próximo 9 de mayo decaerán las restricciones impuestas para frenar el avance del coronavirus y que han venido marcando estos últimos meses. Por desgracia, el virus sigue entre nosotros, especialmente en nuestra ciudad donde la incidencia acumulada de casos nos sitúa en un riesgo extremo, pero a partir del mes que viene, contaremos con una herramienta menos para poder hacer frente a la pandemia.
Es razonable pensar que el estado de alarma no puede perpetuarse, no puede estar activado permanentemente pero no es menos cierto que el peligro sigue latente y las autoridades locales pueden verse obligadas a tener que tomar nuevas medidas de control.
Así, la gran incógnita viene por el escenario posterior al estado de alarma, el que se avecina después de que ese 9 de mayo -salvo cambios- se anuncie que se levantan las restricciones a los derechos fundamentales y, por tanto, la Ciudad tenga que saber hasta qué límite puede hacer controles y en qué márgenes puede moverse. En los últimos foros se le ha trasladado al Ministerio la necesidad de conocer las herramientas de las que pueda disponer la institución municipal, que deben quedar claras sobre todo porque queda mucho camino por recorrer y porque el riesgo, al menos en Melilla, sigue siendo muy alto.
El ritmo de vacunación es el máximo que puede darse, siempre dependiendo de la cantidad de dosis que llegue a la ciudad. Más no se puede hacer, pero en lo que sí se debe insistir es en que Melilla no puede quedar desatendida o desprovista de las herramientas necesarias para seguir dando protección a todos sus ciudadanos.