Melilla no ha terminado de remontar la tercera ola de coronavirus y la explosión de la cepa británica del virus ya amenaza con la llegada de una cuarta ola. La ciudad, que sigue a la cabeza del país en la incidencia acumulada por cada 100.000 habitantes, se encuentra en un momento crítico que de no revertirse obligará a que se decrete un nuevo cierre de todas las actividades no esenciales como medida para evitar la propagación del covid-19.
Unas restricciones tan duras como las que ahora se vuelven a plantear parecían superadas, pero si la evolución de la pandemia no cambia radicalmente en los próximos días, las autoridades sanitarias no van a tener más remedio que endurecer lar ordenes sanitarias. Además, el inminente comienzo de las vacaciones de Semana Santa y la próxima celebración del Ramadán suponen un aumento del riesgo al aumentar los desplazamientos y las reuniones familiares.
Un nuevo cierre sería fatal para la economía de la ciudad y para el ánimo de los melillenses, supondría dar varios pasos atrás y volver a situarnos en un escenario terrible.
Por eso, es importante que todos los ciudadanos hagan un esfuerzo más, que cumplan a rajatabla con las normas sanitarias y que eviten los desplazamientos y las reuniones innecesarias. También, es necesario que desde la Administración local se haga un esfuerzo adicional para advertir a los melillenses del grave momento en el que nos encontramos y que sea más vigilante que nunca en el cumplimiento de las ordenes sanitarias. Las fiestas ilegales, las reuniones tumultuosas y la dejación a la hora de portar la mascarilla en los espacios públicos deben ser desterradas de nuestra vida social definitivamente. No es momento para mirar hacia otro lado hay que actuar y de manera urgente. Si no logramos detener el aumento de los contagios vamos a tener que volver a parar la ciudad, lo que supondría un fracaso en la gestión de la pandemia y generaría una gran frustración entre la ciudadanía.