El recorrido puede comenzar desde las alturas de Tazuda, en el macizo del Gurugú, hasta descender a las fuentes de Trara.
Uno de los accidentes geográficos más notables en la zona de Guelaya, es la presencia del río de Oro, un curso fluvial exiguo en verano aunque no exento de peligrosidad en invierno, momento en que las fuertes lluvias convierten su cauce un una torrentera difícil de gobernar por la mano del hombre.
Pese a ello, tanto la visión de la sequedad del río como la contraria, no son las únicas que pueden apreciarse a los largo del curso fluvial, pues son muchos los paisajes que ha modelado a su alrededor a lo largo de los siglos. En este sentido, una buena forma de conocer las características del río es a través de la práctica del senderismo en sus alrededores, siguiendo el cauce hasta su nacimiento, es decir, en sentido inverso, o bien al contrario, desde la estribaciones más altas del macizo del Gurugú, apreciando los paisajes más agrestes que atesora en las cercanías de su nacimiento.
Un trekking interesante es el que parte desde las alturas de Tazuda, en el extremo occidental del macizo, una zona de una gran belleza natural debido a la presencia de una cubierta vegetal bien conservada, en particular la masa arbórea que cubre parte del paisaje en esta zona. De nuevo se juntan la naturaleza y la historia, como sucede en muchos de los rincones que rodean Melilla.
En este caso la ruta parte desde el antiguo castillo de Tazuda, construido por los españoles en tiempos del Protectorado, un buen mirador sobre la meseta de Beni Sidel y los montes de Afra y Uixan, para orientarse en dirección norte hacia el valle de Trara, camino ideal para el senderismo debido a la existencia de una pista que baja hasta el poblado.
Esta zona permite una visión poco conocida del macizo del Gurugú y su punto más alto, el pico de Taquigriat. Los sucesivos barrancos alimentan el que más tarde se transforma en el conocido por los melillenses como Río de Oro. Un descenso pausado de una hora y media permite alcanzar el poblado de Trara donde encontramos uno de los manantiales más conocidos que abasteció a la ciudad durante numerosos años.
De hecho, aún persisten las viejas construcciones de los pozos, realizadas por los españoles años atrás. Esta es la zona más montañosa por la que serpentea el Río de Oro, pues más tarde se ensancha el cauce en dirección hacia Zoco El Had. Quien se adentre a recorrer esta segunda parte del recorrido encontrará una pequeña vega salpicada de huertos, en particular en los meandros que crecen a los lados el cauce.
Son dos facetas diferentes por las que discurre el río, muy diferentes pero con un encanto particular cada una de ellas. Siguendo el cauce el senderista pasará bajo el pueblo de Zoco el Had para terminar en la zona conocida como Farha, cercana ya a Melilla.
Ahí, ante la imposibilidad de entrar en la ciudad siguiendo el cauce habrá que cruzar hacia Farhana en un brusca pendiente desde se contempla una nueva vista de parte del cauce.
Así entra en Río de Oro en la ciudad, tras un recorrido de unos quince kilómetros que no dejarán indiferente a los amantes de la naturaleza.