La alternativa, en atención a la crisis económica, restó brillantez al colofón de un evento que, sin embargo, ha tenido otros cócteles importantes. La Semana Náutica acabó el domingo, por primera vez en su historia, sin la Virgen de Agosto, entremedio o tras su colofón, como día no laborable, y con una estela que no lució en la noche de su clausura como la ocasión solía tenernos acostumbrados.
La crisis, excusa o razón para el cambio, determinó que en esta décimo cuarta edición no hubiera buffet de gala en el marco habitual del Vº Pino. De manera mucho más humilde, con los patrocinadores como principales responsables de las degustaciones que se ofrecieron, el acto de clausura de nuestra regata, en las terrazas superiores del Puerto Noray, fue rápido y algo frío. La lluvia, sorpresiva y más o menos intensa por momentos durante la entrega de trofeos, tampoco ayudó a crear un clima más cálido.
Al final, la Semana Náutica se despidió con prisas e inventando, pero no para mejor, parte de su proyección vertebral como colofón de una Regata que en anteriores ediciones no ha dejado de repetir que “nos une más a España” y concita a embarcaciones de numerosos rincones de nuestro país.
La ocasión, teniendo en cuenta los conflictos actuales en la frontera, se pintaba sola, pero nuestros políticos optaron por ser más directos y rápidos, y tampoco profundizaron mucho en sus discursos. El principal responsable de la organización, el consejero de Deporte, Francisco Robles, reiteró hasta cuatro veces su “honor” por dirigir al equipo que participa de la organización de la Semana Náutica. “Hombres y mujeres –dijo- que lo han dejado todo en estos días para estar aquí y contribuir a que todo saliera bien”. También tuvo, como el presidente Imbroda, especiales palabras de agradecimiento para los patrocinadores, de los que dijo que se han comprometido a aumentar sus contribuciones al evento de cara a la próxima edición.
Además, expresó su deseo de poder retomar las galas de clausura en el Vº Pino y calificó de “rotundo éxito” esta última Regata, que ha contado con participantes “desde Finisterre hasta todo el Mediterráneo sur” y que ha sido “la más social de todas”, porque es “la que ha tenido más actos dirigidos a los ciudadanos de Melilla”.
El consejero remató su discurso con un recuerdo para aquellos participantes, colaboradores o voluntarios que tras catorce ediciones de nuestra Semana Náutica ya han fallecido: “A los que estáis ahí y a los que ya no están pero siguen estando siempre con nosotros, un cariñoso abrazo”.
Por su parte, la primera autoridad local celebró y agradeció el apoyo de los patrocinadores y aplaudió el giro de nuestra prueba a favor de la clase club, lo que en su opinión ha sido crucial para convertirla en “un éxito” y permitir también que la incógnita con que comenzó hace catorce años haya fructificado “en una regata que no pierde participantes y que es muy importante en el calendario nacional de la vela”.
Entre los invitados, una amplia representación del Gobierno local y primeras autoridades de la ciudad, pero nadie de la oposición, salvo la diputada por el PSME-PSOE, María Paz Ojeda, que aclaró su presencia en virtud de su afición a la vela. “Es mi deporte, el deporte que yo practico y no estoy aquí como invitada sino en calidad de deportista”.
La pregunta del millón
A la vista de cómo se desarrolló el acto, en palabras de Robles: “el objetivo de muchas horas de trabajo e ilusiones del equipo de voluntarios y trabajadores de la Semana Náutica”, cabe preguntarse por qué no se ha recudido presupuesto en otros cócteles, como el de bienvenida tras la Regata Dos Continentes, y en cambio se ha sacrificado la gala principal del evento. Más aún si se tiene en cuenta que la clausura de la prueba de aproximación fue muy opípara y completa, aunque si bien no tan numerosa ni de lejos de lo que solía ser la gala en el Vº Pino, con los años, convertida en el evento principal del verano melillense y con un cúmulo de invitados cada vez más amplio y más variopinto también, hasta el punto de reunir a una representación global de toda la sociedad melillense.
La Semana Náutica tiene una reserva de crédito de 400.000 euros pero, según su principal responsable, va a costar unos 200.000 a las arcas locales.