LAS imágenes que todos -no nos engañemos- estamos viendo en las calles invitan a una reflexión urgente, inmediata y alejada de la cobardía. No. No se puede buscar el contento de todo el mundo porque se está poniendo en riesgo la salud de todos. Ojalá no tengamos que lamentar las consecuencias de lo que ahora se está viendo en la calle, en donde se está haciendo una escenificación de vida social que ha olvidado lo que es el coronavirus.
Gente sin mascarilla, grupos que no guardan la distancia social y superan el número permitido, mucha gente, demasiada, en la calle y junta... Y por supuesto, el no cumplimiento del toque de queda. Esto está pasando en Melilla, esto está ocurriendo a la vista de todos, se está confundiendo la buena situación actual con menos contagios y casos con una alegría que asusta. Ojalá, insistimos, no tengamos que lamentar y llorar después las situaciones que ahora se están viviendo en la calle.
Se ha dejado sobre las espaldas de la responsabilidad ciudadana determinadas decisiones de peso, que tienen consecuencia directa en la salud de todos. Esto es un error gravísimo. Ya se está viendo que una parte de la población no respeta, se está viendo el comportamiento en la calle, las colas, el incumplimiento de las normas para evitar la propagación del virus. Se está haciendo todo al revés sin que ni siquiera hayan empezado las fiestas de Navidad. ¿Qué va a pasar después? El virus está ahí matando a personas y dejando gravísimas secuelas en otras. Melilla puede volver a cometer el gran error de este verano, cuando pasamos de ser una ciudad ejemplar a la primera en lo peor. Lo que está pasando es para llevarse las manos a la cabeza.