Durante los últimos días Melilla ha recibido noticias esperanzadoras. El número de personas curadas de Covid-19 cada vez es mayor y los nuevos positivos han descendido de cifras que llegaron a alcanzar los tres dígitos pasando a los dos, por debajo de medio centenar.
Pero no es suficiente. La realidad sigue golpeando con fuerza a la ciudad, y noviembre se ha convertido en el mes que más víctimas acumula por la pandemia. Son hogares melillenses que se llenan de luto porque perdieron a un familiar o ser querido.
La presión hospitalaria sigue al limite. Hay nueve pacientes ingresados en la Unidad de Cuidados Intensivos del Comarcal quedando cinco camas disponibles para quienes requieran ingresar al área.
El margen de maniobra es pequeño porque el Covid es un virus peligroso, que se conoce desde hace unos meses y ha afectado la salud de cientos de personas en Melilla y millones en el mundo.
La ilusión y la esperanza de que la situación está mejorando deben llevar al melillense a ser aún más responsable en el cumplimiento de las medidas higiénico sanitarias, porque pequeños deslices provocarían volver a dar pasos atrás y volver a alejarnos de los seres queridos.
Quedan unos días para que inicie diciembre, un mes que se caracteriza por el reencuentro familiar y por las reuniones con los amigos. Unos encuentros que serán diferentes para todos. Al abuelo hay que cuidarlo más y mantener la distancia; las reuniones serán más reducidas con convivientes o en grupos muy pequeños y la mascarilla será el elemento fundamental que protegerá la salud.
El encuentro familiar es un anhelo en esta época. La responsabilidad ciudadana debe primar para que la esperanza de superar el Covid se convierta en una realidad.