La frontera con Marruecos lleva sellada seis meses. Desde que Rabat decidiera cortar el transito terrestre entre ambos países a causa de la pandemia de coronavirus cientos de personas se han visto atrapadas, lejos de su hogar o despojadas de su modo de vida. Un drama que dura demasiado tiempo y al que nadie parece querer dar solución.
Solo ha habido una apertura del paso, el pasado mayo, para que algunos de los marroquíes atrapados en Melilla pudieran regresar a sus casas, pero no se permitió la vuelta de todos y muchos aún permanecen alojados en la plaza de toros de la ciudad. Una situación dantesca que incluso ha merecido el reproche de autoridades europeas. Al otro lado, en Nador, también hay melillenses que llevan seis dramáticos meses, más de 180 días, dejados de la mano de Dios, pasando penurias sin que nadie se haya preocupado por ellos.
Además, el cierre ha supuesto la perdida de ingresos para cientos de trabajadores, aquí y al otro lado de la frontera, que, de la noche a la mañana, se han visto sin recursos para poder mantener a sus familias. Se trata de económicas domésticas humildes para las que es imposible subsistir tanto tiempo sin un salario.
Marruecos aún no revelado cuando abrirá el paso, las autoridades del país vecino informan cada cierto tiempo de una nueva prorroga del cierre, y aquellos que necesitan regresar a sus casas o volver a trabajar desesperan.
Seis meses dramáticos para cientos de personas que, sin ninguna culpa de nada, han sido castigadas y olvidadas, arrojadas a la miseria y sin que nadie les dé una solución.