La catedrática de Geografía Humana, Mercedes Molina, explica que la ciudad es el mejor laboratorio para conocer de cerca los problemas que ocurren a escala mundial.
“Melilla puede ser una ciudad intercultural significativa dentro de España y un ejemplo para otros lugares del mundo”. Esta es la vision de la ciudad por parte de la catedrática de Geografía Humana de la Universidad Complutense de Madrid, Mercedes Molina Ibáñez, quien intervino en el ciclo de conferencias que la Fundación Pablo Iglesias organizó el pasado mes de junio bajo el título ‘La dimensión local de la Alianza de Civilizaciones’.
“La ciudad es un modelo de un territorio que refleja fielmente la realidad de la civilización actual y además, es un modelo muy unido a la globalización y, por lo tanto, casi todos los procesos globales que tienen reflejo a escala mundial, se transmiten también y se reproducen en la ciudad, desde la desigualdad social, económica, la marginación o la sociedad de élite”, explicó Molina Ibáñez.
La idea central de este discurso es que las grandes brechas que se reflejan a escala mundial son reproducidas por la ciudad, como las contradiciones, los enfrentamientos, la no aceptación de determinados movimientos sociales o los choques culturales.
Laboratorio: ciudad
Molina Ibáñez afirmó que “la ciudad en estos momentos es el mejor laboratorio para, por una parte, conocer bien de cerca los problemas y, por otra parte, aplicar soluciones”.
Así, una de las cuestiones que remarca es que la red de ciudades internacionales “tenga de verdad un sentido operativo, se trabaje en red y que de alguna manera todas estas experiencias sean válidas porque también pueden ser los mejores exponentes para expandir a nivel de mundo la convivencia, la tolerancia, la educación en valores, la igualdad de sexos y el respeto a las creencias y naturalmente al respeto por los Derechos Humanos”.
La ciudad pasa a ser exponente de problemas, según Molina Ibáñez, pero también es una muestra de todos aquellos valores que pueden resolver los problemas culturales, y al mismo tiempo puede ser consciente de realidades locales complejas.
“Para resolver estos conflictos creados en las ciudades es necesario que los gobernantes locales tengan una muy buena formación en los conocimientos de las realidades culturales que están en sus ciudades y que sean capaces de comprender situaciones culturales y religiosas distintas”, afirmó esta catedrática.
Solución de problemas
“En España en general desde que ha vivido un fenómeno migratorio muy grande e intenso en los últimos años tiene que aprender a convivir con ello y yo creo que la ciudad de Melilla puede ser un ejemplo transcendental para muchas cosas, como analizar el comportamiento de cómo evolucionan las culturas, las relaciones, si van a mejor o a la separación o si se crean de verdad lazos de solidaridad interna”, explicó Molina Ibáñez.
La propuesta que ofrece esta catedrática para solucionar los problemas de choque entre ciudadanos es “educación a la ciudadanía y contar con ella para el proyecto educativo”. Así, Molina Ibáñez establece que debe tratarse de “una educación en valores donde está la convivencia, que no se formen guetos en la ciudad, que las políticas urbanas se reflejen por igual en todos los distritos, que no haya diferencias entre unos barrios y otros, que los barrios ligados a unas determinadas culturas tengan los mismos equipamientos que otros, que los niños, los jóvenes y la gente mayor se sientan en esos espacios cómodos pero que no sean espacios exclusivos”.