Siempre he pensado que el fútbol y la U.D. Melilla son dos de los signos de identidad más importantes de la ciudad y si los perdemos por el abandono de nuestros gobernantes, perderemos una gran parte de nuestra historia y nos arrepentiremos.
Aunque el sistema de competición de esta próxima temporada 2020/21 está pendiente de definición, ya sabemos que, salvo problemas de suspensión por alerta sanitaria de última hora, dará comienzo en octubre de 2020 y terminará en mayo de 2021.
Lo más significativo es la ampliación de la categoría a cien equipos divididos en cinco grupos de 20. El total de los equipos incluye 76 equipos de la Segunda División B, cuatro descendidos de la Segunda División y veinte ascendidos de la Tercera División .
Si esos planes terminan llevándose a cabo, la principal novedad empezaría con que cada uno de los cinco grupos de 20 equipos quedará a su vez dividido en dos grupos de diez y habrá una fase regular de 18 jornadas.
Pero lo más significativo e importante para la U.D. Melilla, y por ende para la Ciudad Autónoma, es la creación por parte de la RFEF de una categoría intermedia entre Segunda División y Segunda División B para la temporada 2021-2022: Segunda B PRO. Sería la tercera categoría profesional del fútbol español, con todo lo que ello representa para la difusión de nuestra ciudad hacia el exterior. El sueño de poder entrar en esta categoría, o conseguir en la misma temporada ascender a Segunda División, no va a ser fácil, porque el resto de los equipos y sus respectivas ciudades ya se han puesto manos a la obra para conseguirlo por los muchos beneficios que van a reportar a la imagen y a las arcas públicas de las diferentes ciudades que lo consigan. Los equipos que asciendan y formen parte de la liga profesional entrarán en el reparto de los ingresos audiovisuales y, como consecuencia, más patrocinio y más proyección de la ciudad al exterior, ya que se televisarán partidos a nivel nacional. Además, el impacto económico para la ciudad será sustancial. Sin olvidarnos tampoco de que el presupuesto que aprueba la Ciudad para el fútbol profesional en su mayoría se queda en casa ya que los jugadores y equipo técnico contratados viven, comen, compran y gastan aquí.
De todos es conocido que en el ambiente late una insolvencia económica que, en estos tiempos de tijeras, recortes y demás estrecheces como consecuencia del COVID-19, tiene que afectar también al mundo del fútbol. Por eso invito al consejero de Deportes a que no piense en estos momentos en un brutal recorte para la U.D. Melilla, y que escuche solamente a los que saben de esto. Y una vez con los pros y los contras, lo traslade al Gobierno de la Ciudad para su aprobación. Creo que no nos arrepentiremos de apostar para conseguir el objetivo.
Pónganse a pensar la difusión que tuvo Melilla en nuestro país y fuera de él cuando tuvimos que enfrentarnos al Real Madrid en Copa de S. M. El Rey. Estoy seguro de que una promoción de este calado, en cualquier medio de comunicación visual, la CAM no hubiese tenido suficiente dinero para haber podido pagarla.
Sé que muchos de ustedes pueden no coincidir conmigo, pero en la vida casi nada ocurre por casualidad, ni siquiera en fútbol. Por todo esto, y por la experiencia que me da haber estado más de medio siglo vinculado a este deporte, creo que es un momento extraordinario, y diría que hasta histórico para que el Gobierno de la Ciudad piense en los beneficios que puede aportarnos el salto de categoría, y apuesten decididamente por inyectar un presupuesto lo suficientemente adecuado al reto que se nos presenta.
Para terminar, y a modo de aclarar lo que hasta ahora sabemos de cómo serían los ascensos y descensos, aquí os dejo una explicación sacada de Wikipedia:
Una vez acabadas la fase regular de 18 jornadas, habría otros tres subgrupos en función de los objetivos de ascenso y descenso.
El primero sería para los aspirantes a ascender a Segunda. Estaría integrado por 30 equipos, los tres primeros clasificados de cada uno de los diez subgrupos. De aquí saldrían los cuatro equipos que subirían a Segunda; lo harían a través de una fase aún desconocida.
Los 26 restantes, unidos a los cuatro que desciendan de la categoría de plata, serían los 30 primeros en integrar la novedosa Segunda B Pro de la campaña 21-22. El segundo subgrupo sería el que jugaría por subir a la Segunda B Pro. Cuartos, quintos y sextos clasificados de cada uno de los diez subgrupos, un total de 30, jugarían entre ellos (también con un formato por conocer) y de ellos quedarían diez ganadores que se sumarían a los 30 previos para cerrar las 40 plazas de la nueva categoría.
Por último, quedaría el de los que se jugarían la continuidad en Segunda B. Pasarían a él los séptimos, octavos, novenos y décimos de los diez subgrupos iniciales. Se desconoce aún cuántos de ellos caerían a Tercera División. Los demás seguirían en la categoría de bronce en la 21-22, en la que ya sería oficialmente la cuarta del fútbol.