La impresión que nos queda tras la repatriación de los marroquíes que estaban encerrados en Melilla tras el cierre de la frontera a causa de la crisis sanitaria es que estamos en manos de Marruecos. No parece una negociación entre dos países soberanos sino que desde el otro lado de la frontera marcan los tiempos. Parece que es imposible que cuando Melilla o Ceuta aparecen por medio se pueda hablar entre España y Marruecos, de nación soberana a nación soberana. Nosotros nos echamos hacia atrás y dejamos que la iniciativa la tenga el otro lado.
No entendemos como la vuelta a su país de una serie de ciudadanos marroquíes se tiene que llevar con tanto ocultismo y que haya que enterarse por noticias desde Marruecos y que no sea nuestro Gobierno quien informe directamente. Melilla no es ningún territorio ni ocupado ni prestado, ni tampoco que haya que ocultarlo porque en la frontera ondean la bandera de España y la de la Unión Europea. Melilla es territorio europeo aunque no guste saberlo en Rabat.
Pero al final, siempre sucede lo mismo. Rabat manda sobre Madrid y aquí nadie dice nada. España tiene un complejo de inferioridad en relación con Marruecos cuando se habla de Melilla y Ceuta. No existe orgullo por sus habitantes sino que se les oculta para pasar mejor la página y que no haya problemas. Pero lo mismo ocurre con los españoles que están atrapados al otro lado de la frontera. Se debe empezar a hablar ya de su derecho a cumplir con su deseo de volver a su tierra.