Este fin de semana el Gobierno anunció la llegada de un nuevo Real Decreto que ordenaba la paralización total de industrias que no son imprescindibles durante el periodo que dura la alerta sanitaria para contener el coronavirus. Uno de los sectores que desde que se enfrentó a la incertidumbre desde el comienzo de alarma fue el de la construcción, ya que no se le ordenó echar el cierre de inmediato. Unas empresas de construcción suspendieron su actividad y presentaron ERTES, y otras, continuaron con su actividad, aunque de forma reducida. El Ejecutivo nacional dio una pequeña moratoria a los empresarios españoles para que puedan organizarse este lunes tras el fin de semana antes del cierre. Ahora sí quedará totalmente paralizado el sector de la construcción.
En el caso de Melilla, Guillermo Remartínez, presidente de los Constructores Asociados de Melilla (COADEME) señaló que cada empresario tiene una problemática distinta en función de el número de trabajadores o de obras que esté desarrollando. Lo que les preocupa ahora mismo es la suspensión de contratos, pero después, una vez termine todo, espera que el motor de la Administración no se paralice y continúen redactando proyectos de nuevas licitaciones. “Nosotros estamos aguantando a ver qué es lo que sucede, pero cuando esto se desbloquee la rueda tiene que seguir girando; no podemos esperar ahora un bloqueo de la Administración porque se haya quedado con poco dinero y deje de sacar licitaciones. Entonces sí que iremos a la quiebra, ya no iremos a un ERTE. Si te pilla con mucha gente y la rueda se para están condenado a la quiebra”, explicó.
Por ello, desde el sector piden a las administraciones que no paralicen los proyectos que tenían en marcha. Remartínez indicó que es cierto que tanto el Gobierno como particulares se van a descapitalizar, pero quizá con fondos europeos, por ejemplo, se pueda seguir moviendo la rueda. “Más lentamente pero sin que haya un bloqueo, sino, va a ser un disparate”, expresó.
El primer problema que se encontraron al salir el primer Real Decreto, es que aquellas empresas que querían continuar con si actividad no podían garantizar toda la seguridad a sus trabajadores por falta de EPIs(Equipos de Protección Individual) para que no se contagiasen ya que se trata de un trabajo en equipo y en el que tienen que realizar su labor muy cerca entre ellos. Es por esto por lo que muchos empresarios decidieron presentar un ERTE de inmediato y paralizar su actividad. Según Remartínez, en un grupo de trabajo que se ha creado con empresarios del sector, muchos han solicitado el ERTE, y aquellos que todavía no lo han hecho están pensando en hacerlo ya.
Sin embargo, al no meter a la construcción dentro de las actividades a paralizar desde el principio del estado de alarma, esos ERTES que han presentado en la construcción no son considerados “por causa de fuerza mayor”, por lo que probablemente quizá, según el presidente de COADEME, los que se admitirán serán los ERTES por problemas de producción o por causas organizativas. Es decir, de esta forma, los empresarios de la construcción se han visto obligados a parar por sí mismos.
“Hay disparidad de gente, pero la mayoría hemos tenido que parar desde el primer día viendo las dificultades de poder garantizar la seguridad, hay gente más atrevida que se lanzó a seguir trabajando; cada uno ha hecho lo que creía más oportuno”, explicó. Remartínez dijo que puede entender al Gobierno: “es una forma de no ordenar la suspensión de las obras pero forzando a dar vacaciones”. En este sentido, parece que no se ordena a la paralización por parte del Ejecutivo, por lo que no pueden presentar el ERTE por causa mayor al no ser una paralización preceptiva, “Simplemente te obligan a coger vacaciones; eso es lo que pensamos”, dijo. Los ministros han asegurado en ruedas de prensa que los trabajadores deberán recuperar esas horas de forma posterior a la alerta sanitaria, gestión que ya depende de cada empresario junto a sus trabajadores.
El otro problema que viene con esta alerta sanitaria es mantener la economía del país. Sin embargo, es complicado mantener el equilibro cuando hay que mantener la baja y asegurar el 100% de la salud de los trabajadores. Para todos lo que ha ocurrido es nuevo y se actúa sobre la marcha para tratar de llevar una mejor gestión. Pero el impacto en la economía va a ser duro, sobre todo para el sector. “El problema ahora está en que los que hemos decidido parar, porque era prácticamente imposible garantizar la seguridad de los trabajadores, al final hemos tenido que asumir todas las cotizaciones de los trabajadores si el ERTE no se aprueba”, lamentó. Sabe de un caso de un ERTE por causa mayor que ha sido desestimado y tendrá que presentarse por otras causas. “Ha supuesto un batacazo importante, nadie estaba preparado para esto. La verdad es que ni se nos había planteado”, expresó.
El presidente de COADEME advirtió que debe darse un equilibrio entre el cuidado de los trabajadores como de las propias empresas. Si estas no aguantan, los trabajadores no tendrán donde trabajar. “Yo creo que el mantenimiento de los puestos de trabajo pasa por mimar un poco a las empresas para evitar que quiebren”, indicó, porque si estas caen “será cuando no se podrá generar empleo”. Para Remartínez lo ideal hubiese sido que desde el primer momento el Gobierno hubiera dicho que el sector de la construcción tenía que paralizarse. Así, las empresas podrían tener una justificación para acogerse al ‘ERTE por causa de fuerza mayor’, sin que caiga todo el peso a las espaldas de las empresas y sean estas las que acarrea todos los gastos, al menos los de cotización.