Ayer conocimos el primer fallecimiento provocado por coronavirus en Melilla. Una mujer de 42 se ha convertido en la primera víctima mortal de la pandemia que asola el mundo y muy especialmente nuestro país. Hasta ayer, nuestra ciudad se había librado, pero la estadística decía que era inevitable y, desgraciadamente, con mucha probabilidad habrá más muertes.
La sociedad melillense debe ser consciente del desafío al que nos enfrentamos y nuestras autoridades no deben escatimar medios a la hora de proteger a los ciudadanos, muy especialmente a aquellos que se encuentran más expuestos, como son los sanitarios y los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. La falta de elementos de protección para los profesionales que arriesgan la vida cada día en la lucha contra la enfermedad y la carencia de instrumentos para realizar los test juegan en nuestra contra. Cuanto más tiempo le demos al virus para extenderse mayor será el daño que provocará y a la par lo hará más incontrolable. Cualquier medida que se tome es poca para impedir que el número de contagios llegue a ser tan elevado que anule nuestro sistema sanitario, lo que sería una auténtica catástrofe. Por eso, no se entiende la ausencia del Ejército, que podría aportar medios para ayudar al control de la situación. Tampoco el retraso en abastecer de mascarillas y gafas que protejan a quienes se enfrentan cara a cara con la enfermedad. Hay que intentar evitar por todos los medios más muertes en Melilla.
Desde estas líneas, no nos queda más que mostrar nuestras condolencias a la familia y allegados de la fallecida ayer.