Las playas de Melilla no están todo lo operativas que debiera esperarse. Todavía se están colocando los senderos de madera y la instalación de papeleras parece insuficiente; incluso los socorristas no están en todas las playas y la barcaza Limpiamar no está actuando en esta campaña. Pero estas deficiencias no perjudican tanto como la acción incontrolada de personas incívicas que después de comer o saciar su sed, dejan la playa en este estado. El grado de maltrato del melillense sobre las instalaciones comunes es preocupante, pero ¿No hay agentes Medioambientales para sancionar estos comportamientos?