Beatriz es una adolescente de 14 años que el julio pasado se mudó a Melilla junto a su familia. Tiene una discapacidad que le impide moverse y hablar correctamente, por ello es alumna del colegio Reina Sofía.
Tiene dos hermanos, Álex de 14 y Yolanda de 10 años. El padre sale temprano a trabajar y Maika, la madre, se ocupa de que los tres estén listos para ir al colegio cada mañana y realicen sus actividades por la tarde. “Mi rutina comienza sobre las siete y media de la mañana y levanto a los niños. El mayor se va arreglando solo tranquilamente, a Bea la tengo que vestir, lavar, peinar, le tengo que hacer todo. Cuando está despejada, se hace más fácil porque colabora y eso es después de desayunar, que es una hora larga después de haberla levantado”, relató Maika. Después le cepilla los dientes, la lleva al baño y mientras le prepara el desayuno. También aprovecha para peinar a la más pequeña y comprobar que se ha vestido, que están las camas hechas y termina lo que tiene que hacer. Álex y Yolanda, según relató Maika, “tienen su responsabilidad”, como dejar su taza en el lavavajillas o sacar el perro. “Aquí todos colaboran”, detalló ella.
Cuando todos están listos, Maika se termina de arreglar y lleva a las dos chicas a sus respectivos colegios, el Velázquez y el Reina Sofía, donde a veces tiene que esperar fuera del recinto escolar a que el autobús acabe de dejar a los niños.
“Me proponían la parada a más de 600 metros cuesta arriba”, explicó Maika sobre por qué no usa el transporte escolar que proponen para los alumnos del Reina Sofía. Ella, al igual que muchos padres y madres del centro, cree que el vehículo “no es adecuado” para las necesidades de una adolescente como Bea. “Donde yo vivía antes, paraban en la puerta de mi casa, bajaba el monitor, me ayudaba a subirla y a la vuelta me la dejaba en la puerta de la casa”, relató Maika. Tras dejar a Beatriz en el colegio, Maika se encuentra con Soraya, una madre que contó que es una “lucha continua” desde el momento en el que las familias acuden al sistema sanitario para que se reconozca la discapacidad de su hijo o hija. “Como padre, tienes que luchar, aprender y defenderte en ese mundo”, aseguró Soraya. “Cuando llegas al colegio, te encuentras que no tienen muchas necesidades cubiertas y esto es un batacazo más batacazo. Los padres que tenemos niños con discapacidad lo pasamos muy mal, y más si eres familia monoparental”, aseguró Soraya.
Maika contó que ella puedo adaptar el vehículo de la familia para poder llevar a Bea al colegio o el resto de actividades que tiene por la tarde. “Los lunes y viernes fisioterapia y los sábados y domingos piscina, los martes psicóloga y los miércoles logopeda. Esta es mi semana y la de Bea , aparte de las clases de los otros dos niños claro está”, explicó Maika.
Por otro lado, la burocracia que hay que arreglar cuando se tienen niños con estas características es bastante. “Lo de la cobertura social lo estamos arreglando, la ley de dependencia está pedida y concedida pero estoy a la espera de solucionar con el banco donde la cobraba mi hermana, el cambio de nombre etcétera”, explicó Maika.
Otro desafío al que se encuentran las personas con discapacidad, en especial los más pequeños, es la movilidad, que según Maika “aquí es pésima. En algunos lugares, ponen rebaje de aceras pero lo colocan como un badén pequeño que atrapa las ruedas de la silla, con lo cual tienes que hacer la misma fuerza que si hubiera un escalón. Por otra parte el aparcamiento también es bastante deficiente, aquí hay un montón de gente con tarjeta de aparcamiento aunque no tienen movilidad reducida, con lo cual encontrar plaza supone dar un montón de vueltas. Por este motivo casi siempre voy andando , cuando vamos con ella, o bien voy a lugares donde el acceso es bueno y fácil aparcamiento”, declaró.
“Nosotros aparte de lo del colegio, nos enfrentamos a una niña de mente pero en etapa adolescente, que tiene sus problemas, los arranques de rabia, el no entender su hermetismo a veces”, contó Maika.
Esas niñ@s luchadoras y esas madres y padres valientes y orgullos@s. Ejemplo para la sociedad. Una alfombra roja eterna.