Ayer fue la jornada en la que el aeropuerto de Melilla volvió a reducir sus horarios coincidiendo con el cambio en todo el territorio nacional. Es un tema que hemos abordado, en profundidad, no solamente en esta nueva sección, sino que también es una cuestión recurrente, cada cierto tiempo, en nuestro periódico. Sin embargo, es un problema permanente para toda la ciudadanía de Melilla por las razones que ya hemos explicado hasta la saciedad.
Es verdad, desde luego, que la situación no se puede solucionar por falta de voluntad política. Ya se ha mencionado que no es un problema de nocturnidad, sino más bien de falta de personal tal y como se ha llegado a decir en más de una ocasión por los responsables del aeropuerto.
El otro día, un conocido profesional de la ciudad, me comentaba que con el nuevo horario de invierno ya resultaba totalmente imposible ir y venir a Madrid en el mismo día, salvo que alguien nada más que tenga una pequeña gestión por hacer y regrese al aeropuerto madrileño alrededor de las dos y media de la tarde, ya que el último enlace para la ciudad parte alrededor de las cuatro de la tarde.
Sin embargo, entiendo que es un problema al que se le debe dar la oportuna importancia porque es una cuestión estratégica en la política de comunicaciones de la ciudad autónoma. Reducir el horario supone, desde luego, dejar a la ciudad más horas aislada por aire y más con unas comunicaciones marítimas que son, porque no queda más remedio, de numerosas horas. Es un problema no solamente para los propios ciudadanos de Melilla, sino para quienes no residiendo en la ciudad se desplazan para distintas acciones a realizar o incluso para los propios turistas.
Según los propios datos estadísticos el aeropuerto de Melilla es el que menos horas permanece abierto dentro de la red de infraestructuras de AENA. Y volvemos a sacar a la luz que nuestro aeropuerto ya no es el de hace unos años donde nos encontramos que las comunicaciones en la práctica nada más que eran con Málaga y Madrid. Ahora se ha vuelto a abrir el abanico y nos encontramos con vuelos hasta tres capitales andaluzas como es el caso de Almería, Granada y Sevilla, contando aparte los enlaces con Barceoan.
Por supuesto, que entiendo que las propias compañías que operan en el aeropuerto se habrán dirigido en más de una ocasión a AENA para intentar ampliar el horario, pero estoy más que convencido de que la solución para por una decisión política y, por tanto, a los políticos es a quien corresponde empujar todos en el mismo sentido para que Madrid cambie de opinión.
Insisto en que tanto la Ciudad Autónoma, que es la que debe capitanear esta lucha, junto con la Delegación del Gobierno y los parlamentarios son los llamados a poner encima de la mesa en el Ministerio de Fomento esta necesidad que tiene la ciudad.
Una vez que ello se solucionara quedaría la otra propuesta que hizo recientemente el Partido Popular como es, desde luego, que se cambie la propia categoría del aeropuerto par que puedan llegar otro tipo de aeronaves que permitan mejorar aún más la calidad.