La Ciudad Autónoma ha adelantado que el contrato marítimo adjudicado a la compañía Trasmediterránea se prorrogará más allá del próximo 31 de octubre hasta que tengamos estabilidad con un Gobierno en Madrid.
A día de hoy no está claro que no tengamos que repetir las elecciones generales en noviembre próximo si finalmente Pedro Sánchez no consigue el apoyo de Podemos o no se traga el sapo de aceptar el apoyo de los independentistas catalanes, los nacionalistas vascos e incluso de Bildu.
Mientras tanto, el nuevo Ejecutivo local estudiará propuestas de mejora que no parecen ser muchas porque el actual contrato “satisface razonablemente bien” las demandas de los melillenses, según explicó a la prensa Jaime Bustillo, viceconsejero de Comercio, Transporte y Turismo.
Preferiría no ir de verso suelto por la vida, pero no lo consigo. Yo sí creo que hay mucho que mejorar en el contrato marítimo. Para empezar, los barcos. Cuando estoy en la playa de La Hípica y veo entrar barcos nuevos al puerto de Beni Enzar me pregunto por qué los buques que antes venían a Melilla ahora se van a Marruecos.
Debe influir en ello, digo yo, el hecho de que el contrato marítimo que está vigente dio un paso atrás y amplió de 15 a 20 años la edad de los barcos que podían presentarse al concurso. Es cierto que Trasmediterránea hizo una inversión importante en modernizar su flota, pero ojo, esas reformas no incluyeron el motor, sino restaurante, camarotes y zonas comunes.
Coincido con el viceconsejero en que las jaulas de mascotas necesitan una reforma inmediata y me parece estupendo que se baraje la posibilidad de habilitar camarotes pet-friendly, pero para ello habrá que elevar las exigencias en limpieza porque si se mantienen los cánones actuales, mucho me temo que las habitaciones van a cantar por bulerías.
El otro día, en el barco, se me cayó el teléfono debajo de la litera y Dios mío, qué estercolero había ahí abajo (camarote 48 del barco a Málaga). Aquello parecía la pista de carros. Cualquier tipo de tubérculo habría agarrado en el terraplén que había debajo de mi cama. Por no hablar del baño, que apestaba a pis ‘retestinao’.
Es cierto que estamos en la Operación Paso del Estrecho y que con tantas rotaciones de barcos los tiempos de limpieza se recortan, pero uno pisa el baño cercano a las butacas preferentes y a la hora que sea eso da asco.
En cambio usted coge en Málaga un tren a Sevilla y se encuentra los aseos limpitos como una patena. ¿Qué pasa, que en tierra firme agarra mejor la fregona?
Eso hay que solucionarlo y también habría que revisar los descuentos que se hacen porque es cierto que hay sectores a los que les sale prácticamente gratis y no les duele perder el billete. No hablo de ser radical y quitar las ayudas, que seguramente son merecidas, pero sí, por ejemplo, de quitarle el descuento en el siguiente viaje a quien pierda un viaje sin que medie un inconveniente de gravedad. Seguramente que se las agenciarán para regalar el tíquet que no van a usar en lugar de dejarlo en un cajón y que el barco viaje vacío dejando a mucha gente en tierra.
Los precios de sólo ida también habría que mirarlos, porque en temporada alta duelen. Si alguien tiene una cita médica en Málaga en pleno julio y no tiene claro si necesitará más de un día antes de regresar a Melilla, el método de ida con vuelta abierta es lo mismo que no tener nada y te lo advierten en taquilla. Por lo menos no te engañan. En fin, hay mucho en lo que pensar. No creo que sea la única que no está satisfecha con todo.
Cuando veo el frontal de uno de los barcos rápidos que vienen a Melilla me imagino lo peor. Lo único que no cambiaría sería el personal: la atención a bordo ha mejorado muchísimo. Da gusto ir a la cafetería del barco a Málaga. Los camareros son tan amables que hasta parece todo más barato.
Personalmente me gustaría que abrieran un buzón popular para que los melillenses opinen qué mejoras quieren en el contrato, tal y como se está haciendo o se quiere hacer para elaborar los presupuestos de la Ciudad Autónoma. Seguramente muchos en esta ciudad están dispuestos a colaborar. Podría funcionar. ¿Por qué no?
Los buques de Balearia operan con bandera de conveniencia de Malta o Chipre.
Los pabellones de conveniencia –como los que ha comenzado a enarbolar Baleària– son beneficiosos para los intereses económicos de las navieras, pero suponen condiciones de gran precariedad laboral para las tripulaciones.
Los buques pueden eludir las normativas vigentes en España. No están sujetos a la jurisdicción española, sino a la de Malta o Chipre, pues la legislación establece que las leyes aplicables a los barcos son las de aquellos países en los que están abanderados y matriculados, no en aquellos donde operan o navegan.
Esos barcos son, por tanto, a todos los efectos legales, embarcaciones maltesas o chipriotas, aunque su propietario sea español.
Contratan tripulantes en países terceros, donde no pagan impuestos ni seguridad social y tienen controles más flexibles. En muchos casos, los salarios rozan la esclavitud y a partir de ahí surgen muchos problemas.
La ausencia de garantías sindicales puede provocar agotamiento o estrés en estas tripulaciones, lo cual puede repercutir sobre la seguridad.
Hay que mejorar mucho sobre todo con balearia
Que deja que los pasajeros duerman en el suelo
Con tal de hacer caja y operando con bandera subamericana con trayectos nacionales es una verguenza .
Como Vd no terminó de entender que militares y guardias civiles tengan unos extraordinarios descuentos en las líneas marítimas. Lo entendería en los tiempos del servicio militar obligatorio y lo entiendo en desplazamientos forzosos pero por lo demás y mucho menos para los viajes de ocio estamos hablando de empleados públicos con unas prebendas impropias en los tiempos actuales.
En cuanto a la limpieza debería haber un inspector de limpieza para las limpiadoras y unas normas para determinados viajeros-guarros viajeros- que los sancionara con no poder viajar en barco durante tiempos explícitos