Esperaba del Presidente De Castro que compareciese para explicar la estructura de su nuevo Gobierno, pero está visto que no lo estima oportuno mientras los interrogantes crecen. Porque si nada se sabe sobre qué pasará con el área de Sanidad Interior y Consumo, así como con la de Contratación, que igualmente no han merecido la más mínima mención en el escueto organigrama del futuro Gobierno; nada sabemos tampoco sobre qué ocurrirá finalmente con el Instituto de las Culturas y la Fundación Melilla Monumental, que prometió extinguir pero que ahora, al parecer, se integrarán en el área de Cultura.
Igualmente, no sabemos cómo se articulará desde Presidencia el área de Seguridad Ciudadana, cuya Consejería ha sido suprimida, ni cuántos serán los cargos finales que conformarán el Ejecutivo presidido por De Castro. Otro tanto se desconoce respecto de lo que pasará con las sociedades y si al frente de las mismas se pondrán o no finalmente a cargos de partido con sus correspondientes retribuciones, como hizo con Inmusa en la pasada legislatura el ya expresidente Imbroda tras el nombramiento de Javier Lence o, anteriormente, con Promesa, cuando la etapa de José María López Bueno.
El Gobierno de Imbroda tenía 22 cargos renumerados, los 9 consejeros y los 11 viceconsejeros más la Presidenta de la Fundación Monumental, Maribel Pintos, y el aludido gerente de Inmusa/Televisión Melilla.
El futuro Gobierno cuando menos tendrá 16, más el Presidente, cuyo sueldo deberá aprobarse en un Pleno de la Asamblea, puesto que su antecesor, Juan José Imbroda, por acumular también el cargo de senador, no percibía nómina de la Ciudad Autónoma.
Espero que, en aras a la transparencia tan cacareada y a la “regeneración” que tanto invocan como ejes principales de la alianza CpM-PSOE-Cs, logremos aclarar alguna vez qué administración vamos a tener.
Entre tanto, son comprensibles los resquemores de PP y Vox, que ayer en sendas ruedas de prensa expresaron sus dudas y críticas al parco organigrama presentado por De Castro en plena inauguración del Mercado Renacentista.
El Presidente no tiene tiempo para aclarar lo importante pero sí para acudir a cuantos actos e inauguraciones se convoquen, por mucho que representen en sí mismas una oda al trabajo bien hecho por el PP, sean las nuevas banderas azules de nuestras playas, el inicio de las obras del fuerte de Victoria Chica o el propio Mercado Renacentista que incluso acudió a presentar junto a Maribel Pintos, quien, junto a Lence, conforman los dos únicos cargos del Gobierno anterior que aún no ha sido cesados.
Lógicamente, en su modo de actuar ya da cuenta de lo que le interesa priorizar. Desde su actual posición como primera autoridad local no ha mostrado interés por trasladar, tras la primera Junta Local de Seguridad celebrada bajo su Presidencia, ningún tipo de preocupación o atención por los apedreamientos reiterados a los bomberos en las dos últimas semanas cuando se encontraban en acto de servicio.
La intensa oposición que otrora no dejaba pasar ni una, ahora en el poder se muestra callada y tranquila ante hechos como el comentado u otros tan penosos y clamorosos como el fallo garrafal que mantiene en ascuas a los opositores a maestros de educación infantil. Ayer, por el increíble error, el PP pedía responsabilidades a la Delegada del Gobierno y al Director Provincial de Educación. Pero lo hacía en solitario. El coro de tres que anda negociando el nuevo Gobierno local no ha tenido a bien decir lo más mínimo. Y es que, no es para sorprenderse, en la oposición se dice una cosa y una vez en el Gobierno se hace otra.
Lo mismo pasa con los que no hace mucho clamaban contra las colas en la frontera y ahora no sólo las aguantan sino que hasta las justifican responsabilizando a Marruecos de las limitaciones al comercio fronterizo o a la falta de agilidad en el tránsito de vehículos.
No sé si será por la canícula veraniega, porque muchos han empezado ya las vacaciones, porque efectivamente hay que dar chance al cambio político en la Ciudad Autónoma al menos durante cien días, pero hay cosas que no se explican y que, sin embargo, no merecen más que un silencio dulce por quienes, literalmente, no dejaban pasar la más mínima hasta no hace mucho, demostrando que tras sus reclamaciones había sobre todo un claro interés partidista.
Y aunque todo importa, por perentorio, esperemos que al menos se resuelva pronto y satisfactoriamente el problema de las oposiciones de maestros, tanto para que se haga justicia como para que se disipe cualquier posible impugnación que, de admitirse judicialmente, abriría una innegable incertidumbre para quienes consiguieran los puestos de trabajo.
El asunto es muy serio para que incomprensiblemente solo el PP haya pedido responsabilidades políticas y para que la Dirección Provincial de Educación haya intentado justificarlo bajo la escusa de que se produjo un error que ahora se va a solucionar con un perito en caligrafía. Demasiada complacencia cuando estamos hablando del futuro laboral de unos opositores que han invertido mucho para que sus exámenes estén en duda y para que la asignación de puestos de trabajo tampoco quede exenta de posibles impugnaciones.