Socialistas y ugetistas se dieron cita en el cementerio de La Purísima para celebrar la ya tradicional ofrenda floral a los caídos en defensa de la democracia
Un año más, socialistas y ugetistas de Melilla comenzaron los actos del 1 de mayo, Día Internacional del Trabajo, con un homenaje a las víctimas del franquismo en el cementerio de La Purísima. Así, a partir de las 10:00 horas, la plana mayor del PSOE, con su líder, Dionisio Muñoz, a la cabeza, el delegado del Gobierno, Gregorio Escobar y la cúpula de UGT se dieron cita para reivindicar que, en tan insigne fecha para los trabajadores, también hay sitio para recordar “a aquellos que dieron su vida por defender la democracia”.
Como no podía ser de otra manera, la figura del juez Baltasar Garzón estuvo muy presente en el homenaje de este año, y no faltaron referencias a su persona cada vez que el socialista Francisco López, que normalmente actúa como cicerone en este acto, se detenía delante de cada una de las tumbas de los caídos para narrar su vida.
Entre flores y aplausos, el momento álgido de la mañana se vivió frente al sepulcro del que fue el último alcalde republicano de Melilla y uno de los fundadores de la UGT en la ciudad, Antonio Díez Martín, asesinado el 28 de julio de 1936 por los golpistas y que se convirtió “en una más de las 300 víctimas de la represión franquista en la ciudad”, a las que además hay que añadir cerca de 5.000 deportados a campos de trabajo.
Dar la vida por la libertad
“No podemos olvidar que las personas que hoy homenajeamos fueron salvajemente borradas de la sociedad mediante el asesinato”, afirmó Muñoz ante los medios de comunicación. “Es por ello que el 1 de mayo se convierte n Melilla en un día con muchos matices, en el que el recuerdo de los que defendieron con su vida la libertad y la justicia debe prevalecer”.
No faltó una referencia a Garzón por parte del máximo dirigente de los socialistas, quien apuntó que “no se puede enjuiciar a los que luchan por la memoria de lo que sufrieron”. “Tenemos una deuda con los ajusticiados”, añadió Muñoz, “no deben ser olvidados ni por nosotros ni por las generaciones futuras”.
Así pues, un año más se volvió a cumplir la tradicional ofrenda floral a los asesinados por el régimen; un acto que comenzó a celebrarse hace décadas en la más absoluta clandestinidad y que no pudo realizarse de manera abierta hasta un año después de la muerte de Francisco Franco, en 1976.