Bolsas de plástico, embalajes o bandejas de poliespán son algunas de las cosas que pueden traerse los ciudadanos a casa cada vez que van a hacer su compra. Ahora cada vez hay más establecimientos que ofrecen sus productos de alimentación sobreenvasados.
Por ello, ha surgido una iniciativa ciudadana, que tendrá lugar del 3 al 9 de junio y que consiste en evitar comprar productos envasados en una semana.Es decir, llama al boicot a los alimentos que vayan envasados en plástico. El Faro ha visitado el Mercado Central con Manuel Tapia, un ecologista que forma parte del grupo Guelaya, para que explique en qué consiste esta pequeña “rebelión contra el plástico”.
Manuel cree que la campaña está muy bien dirigida porque pone en el foco a las grandes empresas y superficies, porque “son las que no están atendiendo a la demanda mundial que hay contra el plástico”.
Denuncia que, además, ahora están llevando al extremo el envasado de sus productos. Cuenta que a pesar de que se haya puesto un precio a las bolsas de plástico, los productos van cada uno con su plástico, lo que provoca, según este ecologista melillense, que “se estén cuadriplicando los residuos plásticos que genera la alimentación en este caso”.
El mercado tradicional
La problemática de los envases de plástico no solo afecta a las grandes superficies, con Manuel hemos podido comprobar que también es algo que ya ha empezado a verse en los mercados tradicionales de barrio.
“El problema es tan grave que está empezando a verse en los mercados. Antes decíamos: “procurad comprar en los mercados porque ahí el producto es más cercano y tiene menos envases”, relata Tapia, mientras señala los estantes de fruta del Mercado Central donde se pueden ver lechugas, brócolis y fresas envasadas en plástico e incluso con bandejas.
Explica que esto es así porque muchos de esos productos vienen de la agricultura intensiva y proceden de lugares más lejanos que huertas más próximas a la ciudad.
Demasiado poliespán
Manuel se detiene ante la chirimoya. Cada pieza tiene una pequeña malla de poliespán. Cuenta que es un residuo plástico muy perjudicial para el medio ambiente. Mucho más que el plástico normal. El hecho de que cada chirimoya lleve su poliespán en un mercado de abastos es indicio del gran problema al que nos enfrentamos, sostiene duramente Manuel, y afirma que la gente desconoce lo perjudicial que es este plástico.
En Nueva York se prohibió su uso en 2015, sin embargo, aquí está presente en todas las superficies. “Ahora en las charcuterías te lo ponen todo en bandejas de poliespán, cosa que antes no hacían”, señala. Relata también que la semana pasada fue a un supermercado local a buscar, pero salió con las manos vacías puesto que los que tenía este establecimiento estaban envasados en film transparente y una bandeja de poliespán.
Con estos gestos, explica, se puede evidenciar que si se lucha contra este tupo de envasado, se lucha también contra la agricultura intensiva y “esa manía de traer los productos de tan lejos”. “También, se trata de que los productos vengan de más cerca, con lo que disminuye el uso de combustibles fósiles, que es a lo que vamos al final”, declara.
Bolsas de plástico
Algunos usuarios del Mercado Central nos cuentan que son conscientes del problema ambiental que suponen los plásticos y por prefieren comprar a granel y llevar su propia ‘talega’, una bolsa de tela, de casa para llevarse su compra. Otros, lo intentan dentro de sus posibilidades.
Son gestos, que según cuentan algunos vendedores de este mercado notan ya. Y es que muchos establecimientos ya no se dan las bolsas de plástico, hay que pagarlas.
Aunque, todavía se hace uso de las bolsas pequeña porque en teoría se deterioran antes. “El que se deteriore antes quita el impacto visual pero los polímeros de los que está compuesto este plástico pasan antes al medio ambiente”, asevera Manuel, quien señala además que depende realmente del “saber comprar” de la gente.
Una sociedad concienciada
Sin embargo, Manuel sostiene que el ciudadano de a pie está más concienciado. Pero parece que las empresas no acompañan a esta concienciación, “y menos ahora, que están sobreenvasando”. El ecologista cree que la iniciativa del “boicot al plástico” tiene mucha cabida en la población: “parece que puede salir algo positivo”.
“Melilla es una ciudad pequeña y tiene que aprender a ser sostenible”, indica. El problema al que se enfrenta es que ahora los productos vienen de lejos, y no de las huertas cercanas. Es un problema que se evidencia en esta ciudad más que en otros. “Melilla puede ser ejemplo de sostenibilidad”, expresa.
Manifiesta que el hecho de que en una semana no se compre nada envasado puede llegar a ser una gran iniciativa para que los ciudadanos puedan demostrar a empresas y autoridades que tienen que “cambiar el chip”.
La “rebelión por el clima” llega a Melilla de la mano de los jóvenes
En la ciudad ha nacido una plataforma llamada “Rebelión por el clima, que comenzará con sus propias reivindicaciones y acciones el 1 de junio con una limpieza en el litoral de la ciudad. Aunque según Manuel Tapia pretenden presentarla el 7 o el 8 de junio. Está inspirada en las reivindicaciones de la joven Greta Thungberg.
Según las protestas de la estudiante sueca, los jóvenes, sobre todo los menores de edad están presenciando cómo la acción humana está acabando con el planeta y a través del cambio climático, y serán ellos, la mayoría sin derecho a voto, quiénes hereden todo el desastre. “Menudo panorama les estamos dejando”, sentencia Manuel.
“Ellos se sienten impotentes porque ven que no tienen capacidad de decisión pero ven que el deterioro ambiental va a acabar con el futuro del planeta” declara. La acción de esta plataforma pretenden llevarla a los institutos, para que formen parte de ella. Aunque muchos de ellos ya participan en este tipo de iniciativas.