Nuestra Señora de la Soledad recorrió las calles oscuras de Melilla ante el silencio de los ciudadanos. El luto se hizo con la ciudad este Viernes Santo.
El trono salió a las once de la noche de las puertas del Sagrado Corazón de Jesús después de una oración. La oscuridad se apoderó de la calle López Moreno, donde solo resaltaban las velas de los nazarenos y las luces de la Soledad.
Siguiendo el paso lento a través del sonido de un tambor, la gente mantuvo el silencio hasta que arrancó un aplauso cuando los portadores subieron, con una compleja maniobra, a la virgen por las escaleras que conectan con la calle Cánovas del Castillo.
Allí fue donde irrumpió el canto 'Ave María' mientras la Soledad avanzaba. Posteriormente, la procesión bajó por calle Castelar para adentrarse en el callejón que lleva su nombre. Los portadores mecían a la virgen mientras el silencio se volvió a apoderar de la calle, momento en el que las saetas pudieron escucharse a varios metros.
Cerca de la una de la madrugada, la Soledad entró en la avenida Juan Carlos I Rey, donde se leyó un desagravio en la Tribuna. Mientras tanto, los melillenses rezaron a la virgen con velas en sus manos.
Esta fue la última procesión del Viernes Santo y una de las más emotivas y reflexivas de la Semana Santa.