Así ocurrió un domingo de marzo del año pasado, cuando un conductor que había abusado del alcohol se llevó por delante a un ciclista mientras pedaleaba por el carril derecho de la calzada, el que le correspondía, sin saber el trágico desenlace que le esperaba.
Ayer se conoció la sentencia judicial por este caso, que condena al autor del atropello mortal por un delito de homicidio imprudente. La pena impuesta ha sido de cuatro años de cárcel, la máxima que impone el vigente Código Penal por conductas como esta.
No vamos a entrar a valorar si las penas establecidas en las leyes deben ser más o menos contundentes. Lo importante es concienciar a la sociedad en la responsabilidad que supone conducir un vehículo a motor y en los riesgos que conlleva hacerlo, tanto para el propio conductor como para quienes puedan encontrarse en su camino, sean peatones, ciclistas o conductores de otros automóviles. El hecho de conducir implica tomar siempre serias precauciones. No sólo en virtud de la seguridad de uno mismo, sino también de la de los demás.
En Melilla son lamentablemente frecuentes los accidentes de circulación. Los ha habido muy aparatosos y existe un peligro latente de nuevas tragedias.
Melilla es una ciudad sin grandes distancias. Que los conductores sean conscientes de ello cada vez que no estén en condiciones de ponerse al volante.
¿Solo homicidio imprudente? ¿Y qué hay del delito contra la seguridad vial? ¿Y de la omisión del deber de socorro? No puedo entenderlo. No olvidemos que superaba con creces la tasa de alcoholemia, entre otras 'cosas'. Respeto la decisión judicial, pero no puedo compartirla. ¡Qué barato le ha salido a este individuo la muerte de mi sobrino! No puedo dejar de estar indignado.