El veto a los borregos marroquíes provocó que muchos viviesen la tradición de forma más austera que otros años
A las 12:00 del mediodía de ayer las calles de Melilla eran un desierto. Nada fuera de lo común en un día festivo, pero el de ayer fue mucho más que eso. Más de 40.000 habitantes, celebraron la Pascua Grande, el llamado Aid-El Kebir. Una jornada con mucho arraigo y que implica a casi la mitad de la población de la ciudad. Pero la prohibición de la entrada de los borregos del país vecino eliminó todo aire de festividad y provocó que muchos musulmanes permaneciesen en sus casas junto a sus familiares, saltándose el acto más significativo de dicha celebración: el sacrificio a manos del cabeza de familia de un borrego, cuya carne se suele dividir en tres partes: una para los pobres, otra para la familia o amigos, y el último tercio restante es para aquél que lo realiza.
“Otros años las puertas de las casas, están todas abiertas y los vecinos nos visitamos los unos a los otros para felicitarnos y compartir los platos que hemos preparado”, explicó Fatima, vecina de la calle Alicante, a El Faro.
Aisha Nafid aseguró que el veto a los borregos del país vecino dejó “sin su esencia” la fiesta de ayer. Además explicó que, otros años, por su “difícil” situación económica, eran los vecinos los que se encargaban de hacerle llegar un borrego o al menos una parte del animal. “Mi marido y yo estamos en el paro y todos los años son complicados, pero sé que éste mi hija no podrá tener una fiesta como se merece”, manifestó.
Legislación
Said Abdallah, vecino de la calle Echegaray, dijo que los barrios deberían estar llenos de gente, así como las mezquitas. “Todos los creyentes que no están haciendo la peregrinación a La Meca, deberían haber acudido a la Mezquita y no ha sido así. Nos han quitado la ilusión”, dijo. Además pidió que se regulasen los sacrificios que se celebran en los hogares. “En Francia hay una ley específica, pero aquí simplemente prefieren hacer la vista gorda”, dijo.
No obstante, agradeció que “al menos” en Melilla y Ceuta desde el año 2010 el día de ayer empezó a ser un día festivo. “Tengo muchos familiares y amigos en la península que no pueden faltar al trabajo y se quedan sin una de las tradiciones más importantes de nuestra cultura”, lamentó.