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Melilla recibe el año 2967 del calendario bereber con la representación de una boda rifeña y una degustación de productos típicos de su gastronomía
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Ithri Moraima ofreció, además, un concierto ante cientos de personas
En unos días en los que más de uno se pregunta cuál es el momento oportuno para dejar de felicitar el Año Nuevo a los amigos y conocidos, la cultura rifeña ha ampliado amablemente el plazo y ha dado otra oportunidad a la ciudadanía melillense, con la celebración del ‘Yennayer’, nombre que designa al primer mes del calendario amazigh y, comúnmente, a la festividad que conmemora dicha fecha.
Año 2967
Este pueblo de origen bereber no tiene intención alguna de esperar a que el almanaque tradicional siga su estela y ya le aventaja en más de nueve siglos de diferencia. Como Iker Jiménez, la comunidad amazigh va envejeciendo en busca de su cuarto milenio, habiendo alcanzado, en esta semana, el año 2967 de su calendario.
Con el objetivo de celebrar la data y, de camino, rendir homenaje a las tradiciones de un colectivo con un arraigo tan profundo en la sociedad melillense, el Instituto de las Culturas de la Ciudad Autónoma dispuso, en la mañana de ayer, un completo programa de actividades en la plaza de las Culturas.
De esta manera, a la representación teatral de una boda rifeña (la compañía local IV Recinto fue la encargada de llevar a cabo la función), le sucedió el concierto del grupo musical Ithri Moraima. Al mismo tiempo, los asistentes a ambos espectáculos pudieron disfrutar de un espacio de tatuado ‘Henna’ y de una degustación gratuita de té, dulces y demás productos típicos de la gastronomía de esta región del África septentrional.
“Queremos reivindicar la cultura amazigh, porque forma parte de todos nosotros y del patrimonio común de la ciudad”, declaró Paz Velázquez, presidenta del Instituto de las Culturas, quien aprovechó su comparecencia ante los medios de comunicación, para garantizar la programación de las actividades en los próximos años.
La lluvia, protagonista
Aunque la lluvia hizo una tímida aparición y se convirtió en la inoportuna protagonista de la fase final de los actos de celebración del ‘Yennayer’ (cuya conmemoración se complementa con la exposición de joyas bereberes que, hasta mañana, acogerá el Real Club Marítimo), no cayó con la fuerza suficiente para lastrar el deleite de los cientos de asistentes a la plaza.