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El Rey emérito Don Juan Carlos habría admitido en el año 1979 la posibilidad de ceder Melilla a Marruecos “en un plazo relativamente corto de tiempo” porque sólo vivían aquí 10.000 españoles, según un cable diplomático desclasificado en 2014 al que ha tenido acceso Europa Press. La noticia ha corrido como la pólvora
Han pasado 38 años de aquella conversación que un Don Juan Carlos joven y recién aterrizado en la Jefatura de Estado habría tenido en el Palacio de la Zarzuela con un senador norteamericano y el entonces embajador de Estados Unidos en España, que tardó nada y menos en enviar un telegrama secreto con el ‘bombazo’ del monarca español, algo dado a cometer indiscresiones, según cuenta el exministro José Bono en su última autobiografía. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra.
Aquello (lo de la cesión de Melilla) es agua pasada. El Rey emérito no sólo no cedió Melilla al reino alauí “en un tiempo relativamente corto”, sino que tuvo la osadía de visitar la ciudad en 2007 a sabiendas de las ampollas que esa deferencia levantaría en el país vecino. Y así fue. Don Juan Carlos vino a Melilla pese a que la tensión entre España y Marruecos daba hipo.
Los mentideros políticos han dado por buena la anécdota que cuenta que el alborotador de la frontera de Melilla Said Chramti fue a la cárcel en 2013 porque Don Juan Carlos le pidió a Mohamed VI que pusiera fin a las revueltas. Después de eso cayó en desgracia el Comité de Liberación de Melilla y Ceuta.
Mucho se habló también de las consecuencias protocolarias del muro paralalelo a la valla de Melilla que Marruecos construyó durante los años de asaltos continuos a la alambrada: si hacían una verja y cavaban un foso era porque reconocían implícitamente que lo que había detrás no era suyo.
El debate lo reavivó un juez de Marruecos que sentenció recientemente que Melilla es territorio marroquí. No había pasado ni un mes cuando el primer ministro de su país, el islamista Saadedín Al Othmani, del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), reconoció en su discurso de investidura el problema que suponen los menores marroquíes “que abandonan Marruecos y se dirigen a Melilla y Ceuta”.
Con estos antecedentes, el cable secreto de los americanos apesta a naftalina. Pero en política no hay nada casual. Justo cuando Imbroda anuncia la posibilidad de que el Rey Felipe VI venga a visitarnos, sale del cajón un telegrama desclasificado hace tres años. Llega un día después de que los ministros de Exteriores de España y Marruecos se dieran un apretón de manos en Madrid (foto) y sellaran una alianza estratégica para ambos países. Tan estratégica que el presidente catalán, Carles Puigdemon, no encontró a nadie en Rabat que quisiera escuchar su cuento independentista.