Dicen que el 2012 se avecina duro, porque amenaza con un recrudecimiento de la recesión económica. En Melilla, aún no sabemos qué presupuestos presentará el Gobierno local para que los gestione la Ciudad durante al año venidero. Pero si para el presente 2011 el consolidado se quedó en 254.3 millones de euros, convirtiéndose en los primeros de la historia que menguaban respecto al año anterior (en concreto en 8,5 millones), para el que viene se promete otra nueva rebaja, teniendo en cuenta que no se vaticina un margen inicial de maniobra al nuevo Gobierno de Rajoy, capaz de poder aumentar las inversiones estatales en Melilla, ya de por sí muy reducidas en este 2011 respecto de los ejercicios anteriores.
Sucede, por tanto, que la rebaja en las aportaciones estatales -que a lo largo del Gobierno Zapatero terminó acumulando una disminución del 45% en inversiones y transferencias a Melilla-, tampoco podrá corregirse fácilmente con las cuentas complicadas y apresuradas que deberá hacer el nuevo Gobierno de Rajoy.
Es verdad, a pesar de lo anterior, que es posible conseguir otras vías de financiación a través de partidas más generales por las que se acaben desviando fondos a nuestra ciudad. De ahí la importancia del trabajo conjunto de Melilla y Ceuta, resumido en una propuesta cuatrienal de inversiones y medidas de tipo fiscal y económico que ayuden a superar los mayores problemas y deficiencias que registran nuestras dos ciudades.
El 2012 tiene que ser el año del despegue, pero para eso primero habrá que enmendar la situación general en la que nos encontramos, y en ese sentido va a ser preciso que la solidaridad se imponga de un modo parejo a las medidas de austeridad. Y esto, con independencia de que nuestra ciudad no es de las que soporta una mayor carga financiera ni tampoco un nivel de endeudamiento más alto: Nuestra deuda era de 102 millones de euros a 31 de diciembre de 2010, sin incluir los leasing por las obras y equipamiento del Kursaal o la compra de coches para bomberos, mientras que en este 2011 la deuda viva se ha incrementando en casi 23 millones de euros, con la petición de nuevos créditos bancarios por el mismo valor y el exclusivo fin de destinarlos a inversiones.
No obstante, en esto, por fortuna, estamos muy lejos de Ceuta que, hace unas semanas, reconocía que debe a los bancos unos 200 millones de euros, por los que ha venido a pagar a lo largo de este 2011 unos 45.000 euros al día en concepto de amortización de créditos a medio y largo plazo. De hecho, está buscando la forma de renegociar el modo de amortizarlos, para obtener más liquidez durante el próximo ejercicio.
Además, el Consejo de Gobierno de Ceuta ya aprobó el pasado martes su proyecto de Presupuestos, con una rebaja del 12,49%, lo que sitúa sus cuentas para el año venidero en 274.2 millones, es decir 14 menos que los previstos por la misma administración ceutí para el presente 2011.
Las cantidades que baraja Ceuta superan las melillenses en todos los conceptos, tanto en gastos, como en ingresos o endeudamiento.
Sin embargo, la previsión ceutí ya ha sido utilizada por la oposición local en contra del Gobierno Imbroda, aunque lo cierto es que Ceuta ya avisa de que su presupuesto deberá ser modificado cuando en febrero o marzo estén aprobados los Generales del Estado que realice el nuevo Gobierno de Rajoy, en un contexto bien difícil después de que el saliente de Zapatero no haya sido capaz siquiera de prorrogar los de este año.
Para el año que viene, Rajoy pide déficit cero a todas las administraciones. Melilla, hay que reconocerlo, casi siempre acaba sus ejercicios con superávit, pero esto no significa que no tenga deudas, aunque ciertamente sean mucho menores que las de otras administraciones y con unos paramétros que permiten catalogar nuestras cuentas públicas de muy saneadas.
Aún así, habrá de aplicarse las restricciones generales y con ello la Ciudad tendrá que apretarse el cinturón con su consiguiente efecto en el conjunto de la economía local. Y es que resulta evidente que la Ciudad Autónoma es la principal empresa de Melilla, la que procura mayores inversiones, más contrata con proveedores y más trabajadores mantiene en plantilla.
Que sus cuentas estén en buen estado y que nuestra situación, como dice Imbroda, sea holgada en comparación a la de otras comunidades autónomas o ayuntamientos que incluso no tienen, en el caso de algunos municipios, para pagar a sus funcionarios y empleados públicos, nos ayuda a confiar en que podemos encarar el futuro con más garantía y seguridad. Pero a pesar de ello, vienen tiempos de restricciones y eso se va a notar en todos los ámbitos, al menos y especialmente en el venidero 2012, el año que se promete como el más pobre de lo que llevamos de milenio y esperemos que de lo que nos queda de década.