Llegó el día 'D' pero sobre todo llegó el día que necesita nuestro país, después de una atonía barbara y de pernicioso parón en la gestión de Gobierno en tiempos de especial necesidad de toma de decisiones por parte de las máximas autoridades del Estado. No es hoy un día para otra cosa que para animarles a votar. Lo he venido haciendo en esta misma sección durante esta semana, coincidiendo con el fin de campaña, pero nunca sobra hacerlo una vez más.
Estas elecciones son cruciales, nos hemos hartado de repetirlo, y lejos de aminorarnos por cansancio o descontento a causa de lo carísima que la misma crisis nos está saliendo a los simples asalariados y pequeños empresarios, debemos movilizarnos como nos demanda la democracia, y la movilización hoy no es otra que ante las urnas.
51.028 melillenses decidirán hoy su representación en las Cortes y con ello también aportarán su voto en favor de quien desean que sea el próximo presidente de nuestro país.
Las elecciones generales en Melilla, como comento en un artículo de retrospectiva de lo que han sido los mismos comicios en nuestra ciudad desde la instauración de la actual democracia, siempre han resultado un reflejo del voto mayoritario en el resto de país, salvo en épocas de circunstancias muy excepcionales o el último lustro, en que la mayoría del PP en la Ciudad Autónoma ha supuesto un tirón favorable a los resultados electorales del mismo partido.
Han sido, como todos los comicios , un reflejo de las vicisitudes de la política local a lo largo de los 34 años que han trascurrido desde que se eligieran las Cortes constituyentes que refrendaron nuestra actual Carta Magna.
En aquellos tiempos, Melilla votaba lo mismo que la mayoría del resto de España, y siguió haciéndolo, salvo en épocas de convulsión y particular transición para nuestra tierra, como las que se sucedieron al pairo de la Ley de Extranjería del año 85 o, después, en el 89, por causa de la anulación judicial de las elecciones y su repetición ya en marzo del año 90.
No son nunca las generales como unos comicios locales, que mueven mucha mas apetencias, especialmente desde nuestra constitución en administración autonómica en el año 95, con una asunción muy amplia de competencias que, aún manteniendo en manos del Estado ámbitos tan importantes como la sanidad, la educación, las políticas activas de empleo o el IMSERSO, confieren a la Ciudad Autónoma un margen de actuación muy influyente y decisorio en nuestra vida diaria.
Posiblemente por ello la intensidad que caracterice a unos comicios y otros sea tan distinta y dispar, y sea posible que una campaña electoral, como las de estas elecciones generales, se vivan con la normalidad que tantas veces nos ha faltado en unos comicios locales y autonómicos como los de mayo pasado.
Las elecciones de hoy no está exentas de alguna anécdota tampoco en la polémica permanente en favor o en contra de la renovación de candidatos. Mientras que el PP apuesta claramente por la continuidad de sus candidatos victoriosos en algunos casos desde el año 96 y en otros desde la pasada década; en el PSOE, a tono con la recuperación de antiguos líderes que ya parecían apartados, se presenta para el Senado a los hijos de quienes apostaron sin éxito por los escaños que corresponden a Melilla en la Cámara Alta hace 25 años. Una anécdota que sin embargo refleja cómo la renovación no está exenta tampoco de cierta continuidad.
Las elecciones de hoy, con CpM al margen, están incompletas para algunos pero permitirán, sin embargo, hacer un análisis más riguroso del comportamiento electoral ante el bipartidismo puro y duro, puesto que aunque concurren con entusiasmo partidos pequeños como UPyD y Equo, resulta evidente que el gran lance se mide entre PP y PSOE y que, este último, sin el apoyo de sus hasta ahora socios de CpM y en medio de su extrema crisis de confianza entre el electorado, se enfrenta a una comparecencia muy difícil que no promete reeditar su espectacular triunfo en el llamado 'cinturón verde' o colegios donde se concentran los feudos electorales de CpM, en los que hace cuatro años el pSOE aumentó de forma espectacular el número de sufragios a su favor, distanciándose extremadamente del PP en los 5 de los 21 colegios donde ganó por goleada.
Las elecciones de hoy, sin CpM obrando a favor de los socialistas, no son comparables con aquellas. Mostrarán otro comportamiento electoral que sólo al final del día podremos enjuiciar.
Nuestro deseo hasta entonces no es otro que el de vivir un día pleno, en el que los ciudadanos seamos protagonistas. De ahí la importancia de nuestra participación, que de cualquier modo debe producirse, aunque sea con un abierto voto en blanco por parte de aquellos que no puedan sentirse representados por ninguna de las candidaturas concurrentes.
Como hemos dicho en más de una ocasión, la política determina todos los órdenes de nuestra vida. Quedarnos pasivos ante ella es lo que más nos perjudica a todos. Votar es un derecho pero también es una obligación que no podemos desatender. Haga o no buen o mal tiempo, no dejen de acudir a las urnas, porque no hacerlo será lo mismo que aceptar o aprobar por anticipado cualquier decisión política futura que nos afecte.