Anoche volvieron a reproducirse los conflictos a la altura del puente de acceso a la Cañada de Hidum. Un grupo de jóvenes, al parecer no muy numeroso según algunas fuentes policiales, volvió a montar barricadas -como ya sucedió al término de la jornada electoral del pasado domingo- con contenedores y una furgoneta que, igualmente, acabaron incendiando.
Las fuerzas de seguridad tuvieron que intervenir una vez más con material antidisturbios y al cierre de esta redacción se desconocían más detalles, ante la opacidad extrema de los mandos de la Policía Nacional que se encontraban en el lugar.
La gran pregunta sobre lo que está sucediendo es qué quieren esos manifestantes, que en principio se interpretó reaccionaban violentamente ante la nueva mayoría absoluta obtenida por el PP pero que realmente se desconoce con qué pretensiones protestan tan violentamente.
Las especulaciones son muchas y hay quien sostiene que se sienten defraudados ante la posibilidad de que no se cumplan las expectativas que se habían creado, confiados en una segura victoria de Coalición por Melilla o, cuando menos, otros resultados electorales que facilitaran el acceso de los cepemistas a los órganos de poder en la Ciudad Autónoma.
Les confieso que estamos superados por tantísimo trabajo y que no es nada fácil acceder a los protagonistas de la protesta.
De hecho, ayer mismo la Policía Local evitó intervenir, en espera de que llegaran los antidisturbios de la nacional y escoltaran a los bomberos hasta los focos de los incendios, en medio de las pedradas que seguían lanzando los protagonistas de la revuelta.
La situación es muy preocupante y pone en evidencia la peligrosa deriva hacia una polarización de la sociedad melillense muy dañina para nuestro presente y futuro.
La Delegación del Gobierno, que con su nuevo titular ha apostado por una política de excesiva prudencia informativa, señaló ayer en un comunicado, más de doce horas después de los sucesos de la jornada electoral, que el entorno de la Cañada y barrio próximo de Tadino de Martinengo no volvió a la normalidad hasta las dos menos cuarto de la madrugada de ayer mismo. No obstante, reconocía que los autores de la protesta habían logrado paralizar el tráfico en la zona pero añadía sobre lo sucedido que “los hechos no representaron un problema serio para la seguridad ciudadana”.
La valoración de la Delegación además de tardía suena, como mínimo, irrespetuosa para unos vecinos, los de la misma Cañada, que se vieron impedidos durante horas para salir o entrar normalmente del barrio en el que viven.
No voy a contradecir a pesar de ello la opinión del organismo gubernativo, porque la consideración de “problema serio para la seguridad ciudadana” es muy laxa y admite muchas discusiones, pero cuando menos sí creo que la Delegación no va a lograr con ello minimizar ante el público unas protestas que, en su reiteración anoche, logran sembrar una gran preocupación entre los melillenses.
Con independencia de lo que pueda haber detrás de las mismas, de la participación real de más o menos jóvenes o vecinos de la Cañada en las protestas, lo que sí está claro es que la problemática de uno de los barrios más deprimidos de Melilla se ha ido agravando a medida que el paro ha conseguido multiplicarse en la ciudad y alcanzar la escalofriante cifra de casi once mil desempleados.
Es urgente una política decidida de actuación que, como aquel Plan de Dotaciones Básicas que desplegó el PSOE tras el Movimiento del 85, permita asimilar más el barrio de la Cañada al conjunto de la ciudad, eliminando los grandes desequilibrios que separan la misma barriada del resto de Melilla.
No voy a entrar por ahora en otras consideraciones ni tampoco voy a establecer paralelismos entre estos hechos y la campaña antidemocrática y totalitaria que Coalición por Melilla –principal receptora de los votos de los electores del mismo barrio- ha desplegado en estos últimos comicios. Sí me reitero en que el partido de Mustafa Aberchán debe ser consciente de su gran responsabilidad en el presente y futuro de Melilla y que junto con el PP debe cooperar para que se haga posible una política más justa e igualitaria para todos los melillenses.
Ya no son de recibo las acusaciones de unos contra otros, tan estériles e inútiles para encontrar soluciones o infundir esperanzas al conjunto de los melillenses. Tenemos la ciudad que tenemos, con las preferencias electorales que han quedado bien claras y de nada vale imponer políticas de fuerza de unos sobre otros porque de tal modo sólo nos aseguramos el fracaso colectivo.
Cuanto termino este artículo hablo con mi compañera y subdirectora del periódico Pilar Ortega, que al pie del cañón en el lugar de los hechos no logra que el comisario le confirme o desmienta si ha habido detenidos. Se niega a darle información y sólo puede precisarme, cerca ya de la una y media de la madrugada, que a la altura de la rotonda de las Palmeras el tráfico en la carretera Hidum sigue cortado y que no se deja pasar a los vehículos en dirección a la Cañada, por lo que se les conmina a tomar otra alternativa a través de Reina Regente o carretera de circunvalación. Sinceramente, creo que las protestas sucedidas desde las elecciones son un problema serio, si no para la seguridad ciudadana como dice la Delegación del Gobierno, sí al menos para el futuro de Melilla y para los que no queremos bajo ningún concepto que nuestra ciudad pueda polarizarse peligrosamente.