Para saber qué ocurría en la ya Melilla española, son fundamentales las obras de Bravo Nieto, hoy cronista de Melilla, porque por fortuna no esconde los datos y resulta muy fiable y claro la mayor parte de las veces. Sólo hay que interpretarle entre líneas cuando algún dato no se corresponde con una factura netamente española. Cuando Bravo Nieto llama antiguo, prehispánico o medieval a algún punto concreto entonces es cuando se puede deducir que “eso” pudiera ser herencia árabe.
En el libro ‘Melilla La Vieja’, Bravo Nieto alude a los problemas de agua de los españoles y alude: “a la construcción de unos viejos aljibes cerca de la Puerta de Mar”, Esos aljibes pudieran ser un aprovechamiento de los anteriores existentes y aquí si se hace preciso un dato extraído de la obra de Rodríguez Puget ‘Crónica de una fortificación’ y en el capítulo dedicado a los aljibes dice lo que sigue: “En 1533 el secretario Francisco de Ledesma ordena al capitán de trincheras Juan de Zurita que vea el aljibe que hay en la plaza dentro de la muralla y mida ancho, largo y profundidad”.
El primer interrogante se deduce por sí solo y que si alguien ordena medir el tamaño de algo, es porque ese alguien no lo ha construido y desconoce sus dimensiones. En 1533 los españoles solo llevaban 36 años en Melilla y no parece suficiente tiempo como para que desconociesen algo apenas construido hace tres décadas. Por tanto, se tratase del aljibe del que se tratase, era probablemente herencia de las fortificaciones musulmanas de Melilla .
La segunda cuestión ya no es tan fácil de resolver y es: ¿De qué aljibe se trataba?. Hay dos candidaturas posibles, una es la del que estoy hablando, el aljibe oculto en la Muralla Real, el otro sería el de la escuela de Hostelería, que apareció tras abandonar la Compañía de Mar las dependencias y del que no se tenía noticia de existencia. Quizá los dos sean de origen árabe. Lo paradójico es la situación actual, en la que ni un metro cuadrado de tapia es reconocido claramente como procedente de la Melilla musulmana.
El Peñón rocoso era fácil de defender pero no tenía agua. En 1525 los españoles recibieron la orden de replegarse y abandonar La Alafía o Plaza de Armas, en dónde sí disponían de pozos, incluso de un manantial de agua abundante (Abu Obeid El Bekri) y es entonces cuando aparece la necesidad de almacenar agua. Será por esas fechas cuando se reparen o pongan en uso los viejos aljibes y por eso se da la orden de medir la capacidad de uno de ellos en 1533. En 1571 se completará la magnífica obra de los dos primeros aljibes españoles.
La datación de un aljibe
Si no hay datos históricos claros sobre su construcción entonces debe recurrirse a la comparación para ver su factura y también al estudio de su estructura y fábrica para situarlo claramente en el tiempo. Para ello no debe existir ningún tipo de reticencia o tabú en admitir que una cosa procede de un período histórico u otro. La historia, la arqueología también tiene un componente ideológico, como demostrara de modo indubitable Carlos Marx.
Lo que es inadmisible es que los responsables culturales de una ciudad o sus entidades adláteres, no den noticia alguna de hallazgos o de qué cosa están haciendo con el recinto amurallado de Melilla. La cultura y la historia no es patrimonio exclusivo de una “nomenclatura”, como es el caso de Melilla, que según tenga a bien o no, nos informa de que se ha encontrado tal o cual cosa.
De lo que podemos estar seguros es que si este aljibe fuese romano, entonces la rueda de prensa se hubiese radiado al mundo entero y las visitas de ciudadanos llegarían desde Melilla la Vieja al aeropuerto.
Lo único que puede decirse y por comparación, es que este aljibe, del que vemos ya sólo la parte central, presenta gran similitud con los aljibes árabes, como este que apareció bajo la Puerta Purchena en Almería en 1992.
Los aljibes árabes presentan todos una parecida factura. El aljibe era probablemente más ancho y desde luego más largo. El fondo no se sabe porque no está excavado y está macizado a partir de este único tramo, hasta su final en la boca de toma de aguas. ¿Qué no es árabe?, pues tanto da, pero las cosas hay que comunicarlas a los ciudadanos. No se puede hacer un coto de la cultura y la historia de una ciudad.
Lo anecdótico y a la vez penoso es que los arqueólogos contratados por el Instituto de Las Culturas del Mediterráneo tuvieron que excavar todo el tramo superior de la Muralla Real, cuando el aljibe tiene una puerta de acceso desde el antiguo Museo de Melilla, del que era el cuarto de los trastos y cachivaches.
Lo que da una idea de que alguien, en el pasado, supo perfectamente lo que era y se tapó para siempre.