A doce días de la celebración de la Pascua Grande de la comunidad musulmana, el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, se reunió ayer sobre las siete de la tarde, con el líder de Coalición por Melilla (CpM), Mustafa Aberchán.
El Faro adelantó el pasado lunes la posibilidad de que ambos políticos se sentaran a dialogar en el día de ayer y así ha sido.
El propio Aberchán comentó a este periódico que la reunión transcurrió en un clima de cordialidad después de varios días en los que no lograban hablar por teléfono pese a que se llamaban y se devolvían llamadas mutuamente.
El líder cepemista salió del encuentro esperanzado. Según explicó a este diario, Aberchán tiene la sensación de que el presidente Imbroda no cerró la puerta del todo a la entrada de borregos marroquíes en Melilla para la Fiesta del Sacrificio de este año.
Pero ésa es una sensación. El presidente le dijo lo que ya había dicho ante la prensa, no sólo él, sino también el vicepresidente Manuel Ángel Quevedo, que para el próximo año podía buscarse una salida al problema del veto sanitario al cordero de Marruecos hablando con tiempo con el Ministerio de Agricultura.
A menos de quince días de la celebración del Aid El Kebir, la salida a un problema enconado durante meses parece difícil.
Y no ayuda para nada el ultimátum que el Voluntariado Islámico de Acción Social (VIAS) lanzó ayer en rueda de prensa: dan 48 horas para que se resuelva el problema o tomarán medidas.
No especificaron qué tipo de iniciativas piensan llevar a cabo, pero en la mente de todos está la manifestación del sábado pasado. ¿Volverán a movilizar a los musulmanes de la ciudad para sacarlos a la calle? Se antoja complicado.
Ayer avanzamos hacia la solución del problema. Pero no olvidemos que para negociar hay que ceder. Unos y otros tienen que estar dispuestos a perder algo sin poner en riesgo lo que se reivindica. La idea es que todos salgan de la negociación con la sensación de haber ganado. Y la única manera de que ganemos todos es preservando la paz social de esta ciudad.
No podemos seguir poniendo en peligro nuestra convivencia y menos en vísperas de la fiesta grande de los musulmanes de Melilla. Los ultimátums ni son buenos ni son deseables. No ayudan.