La Asociación de Comerciantes de la zona de la frontera (Acsemel) amenaza con un “cierre” el 10 de junio que han dejado entre paréntesis.
No sabemos si hablan de bloquear la frontera o de bajar la persiana a los comercios ubicados en las inmediaciones de Beni Enzar como ya han hecho en alguna ocasión, para llamar así la atención de la prensa.
En cualquier caso, barajan la posibilidad de concentrarse los viernes de cada semana para protestar por la falta de fluidez en los pasos fronterizos de Melilla. Tampoco quieren que los agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) reciban a los clientes de sus negocios “con la porra en la mano”: piden “policías normales” en Beni Enzar.
Acsemel busca presionar porque asegura que la situación que viven las fronteras de la ciudad es insostenible.
Llama la atención que se pretenda solucionar en medio de la precampaña electoral y con un gobierno en funciones un problema que es crónico en Melilla. Pero los empresarios están en todo su derecho a manifestarse. Quieren poner el dedo en la llaga y qué mejor que hacerlo cuando hay votos en juego, que es lo que de verdad le duele a los políticos.
Con el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, Acsemel ya no quiere sentarse a hablar porque consideran que está en funciones y que ahora mismo, cualquier cosa que prometa se puede quedar en agua de borrajas, como ha quedado, señalan los empresarios, el puesto fronterizo que hace tres años anunció que iba a estar entre Barrio Chino y Beni Enzar.
El delegado no les recibió en toda la legislatura. Sus motivos tendrá, pero como dice el refrán, quien siembra vientos, recoge tempestades.
Ahora los empresarios de la frontera quieren irrumpir en la segunda vuelta de las elecciones del 26 de junio. Ayer, en su asamblea general, se vinieron arriba y anunciaron que estudiarán con lupa lo que cada partido está dispuesto a hacer por la frontera antes de depositar sus votos en las urnas. El primer pulso está previsto para el próximo 10 de junio.