Aunque aún no se han convocado oficialmente, todos sabemos que tras la disolución de las Cortes prevista para hoy, tendremos que volver a pasar por las urnas el próximo domingo 26 de junio.
Los partidos tienen margen de maniobra hasta el 23 de mayo, pero las listas van camino de ser las mismas. En el caso del PP es obvio: si los populares ganaron los comicios del pasado 20 de diciembre con los candidatos que llevaron, no tendría sentido cambiar caras ahora. Aunque está claro que algún nombre debería caerse en comunidades como la valenciana.
En Melilla, sólo Ciudadanos ha adelantado que cambiará sus cabezas de cartel. Lo anunció Eduardo de Castro, el coordinador local, antes de que en el día de ayer el popular Francisco Villena le sugiriera, metiéndole el dedo en el ojo, que concurriera a esta ‘segunda vuelta’ de junio de la mano del PSOE de Gloria Rojas.
Lo único bueno que tienen estas nuevas elecciones es que ahora los votantes sabemos por dónde respira cada uno de los partidos.
Lo que en la pasada campaña electoral era secreto, ahora es ‘vox populi’. Ya conocemos cómo se las gasta Pablo Iglesias a la hora de pedir sillones en el Gobierno o las preferencias de Rivera cuando se trata de investir un presidente.
Los ciudadanos asistiremos atónitos a estos nuevos comicios. Los mismos que no han sabido o no han querido pactar entre sí, vuelven a llevarnos a las urnas con la esperanza no de ganar más votos sino de que fallen los votantes del resto de partidos.
Presumiblemente la abstención subirá y eso es malo para la democracia. Sobre todo para la nuestra.
Las encuestas, que fallan más que una escopeta de feria, han vaticinado una subida del PP y de Podemos siempre que el partido de Iglesias se presente en confluencia con Izquierda Unida.
El PSOE, mientras tanto, seguirá desangrándose con sus guerras cainitas. Pedro Sánchez tiene la oposición en casa y si no, que le pregunten a Susana Díaz.
Y mientras el espectáculo continúa, los ciudadanos, los de a pie, los que notamos el céntimo que sube y baja de la gasolina o el euro de quita y pon en la bombona de butano, estamos llamados a asegurarle un trabajo fijo durante cuatro años a los políticos que no han sabido o no han querido ahorrarle dinero al país y tiempo a los votantes evitando la repetición de las elecciones.
Llevamos cuatro meses con un Gobierno en funciones. Tenemos presupuestos porque Rajoy se empeñó en aprobarlos antes de convocar los comicios de diciembre. ¿Qué habría sido de este país sin cuentas generales? No estamos para bromas.