Edificios de esta vía muestran impactantes embates del seísmo tanto en las fachadas como en su interior.
Un paseo por el centro de Melilla permite llevarse una impresión de los daños causados por el terremoto sufrido ayer. Entre las calles más afectadas estuvo José Antonio Primo de Rivera. Según datos de la Consejería de Seguridad Ciudadana, cinco familias tuvieron que ser desalojadas de sus viviendas por el mal estado en el que éstas quedaron tras los temblores.
Uno de los desalojos se llevó a cabo en el número 5, un edificio de dos alturas en el que hay “dos viviendas por planta”, como indicó a El Faro Mustafá, vecino del segundo piso.
El domicilio desalojado ha sido el contiguo al suyo. Tras preguntar por el número de teléfono de la familia que allí reside, este periódico intentó ponerse en contacto con ellos, pero las llamadas no obtuvieron respuesta.
En la fachada del número 5 de esta calle los desperfectos llaman la atención en forma de desprendimientos en uno de los balcones de la primera planta.
Estos daños causaron que la Policía Local colocase un precinto en bajo el balcón, donde se ubica una tienda de ropa.
Transcurridas las 17:00 horas, Muhan, dueño de este negocio, se preguntaba si podría acceder al establecimiento. “He llamado a la Policía para saber si van a retirar el precinto, pero de momento no me contestan”, contó a El Faro.
Por la mañana sí pudo entrar y comprobó que no había sufrido deterioros importantes. “Es una tienda de moda. Había algo de ropa tirada en el suelo, nada más”.
Grietas en viviendas
En el número 8 de la misma calle, varias viviendas reflejaban importantes destrozos en su interior. Es el caso de la de Nacho, en la cual varias habitaciones quedaron afectadas.
“Mire estos escombros”, lamenta indicando al suelo. “Y las grietas en esa pared. Ahí estaba colgado el cuadro que ahora está apoyado en ese mueble”.
El resto del hogar no tiene mucho mejor aspecto. En el dormitorio, un desconchón que deja a la vista los ladrillos.
Justo debajo, el cabecero de la cama se encuentra inclinado hacia la derecha. “Imagínese que me hubiera caído encima”.
Los efectos en ésta y en otras viviendas reflejan la magnitud de 6.3 del temblor de tierra.
“Al principio pensé que sólo había una grieta”
En el exterior, pero también en el interior. Para ser consciente del alcance del terremoto sufrido ayer en la ciudad, no hay nada como visitar algunos domicilios de particulares en las zonas del centro urbano.
Raquel es vecina del número 8 de la calle José Antonio Primo de Rivera. El inmueble que habita es antiguo y los desperfectos derivados del seísmo son visibles en algunas de sus habitaciones. Especialmente, en uno de los dormitorios.
“Al principio pensé que sólo era esa grieta”, expresa señalando con la mano la pared situada frente a la entrada a la habitación. “Pero luego me acerqué al armario y vi que justo detrás había otra más grande”.
El edificio cuenta con un patio interior al que dan otras viviendas. Entre ellas, la de Nacho, en la que se observan amontonados varios escombros en el suelo.
Frente a su puerta se emplaza la vivienda de Amelia, una señora que, al igual que sus vecinos, no tiene inconveniente en mostrar los daños que ha sufrido. Sin embargo, prefiere no aparecer en las fotografías.
En el dormitorio, sorprende ver un montón de escombros sobre la mesita de noche y otros desperdigados por el suelo.
En el edificio adyacente, que aloja al Hotel Nacional, una mirada hacia la cornisa revela un desprendimiento de grandes magnitudes. Por fortuna, el temblor tuvo lugar de madrugada y nadie caminaba por allí a esas horas. “Imagínate que le cae todo eso encima a alguien. Lo mata”, comenta un vecino.