Las elecciones que estaban llamadas a convertirse en ‘históricas’ porque iban a acabar con el bipartidismo en España sólo han despertado el interés del 52,41% del electorado en Melilla.
El nivel de apatía en nuestra ciudad hacia la política nacional sólo es comparable al de los residentes en Ceuta (56,26%). En ambas circunscripciones aunque el porcentaje de participación es mayor que hace cuatro años, está muy alejado del 73,21% de media nacional. Estos datos merecerían un análisis con calma por parte de nuestros representantes políticos.
También hay que analizar hasta qué punto han resultado ‘históricas’ estas elecciones y si el bipartidismo sólo está herido cuando todas las encuestas lo daban por muerto y ayer todos esperaban asistir a su entierro. En nuestra ciudad, populares y socialistas suman cerca del 67% de los votos frente al 30, 41% de los conseguidos por los dos partidos denominados emergentes. Hace cinco años, cuando Podemos y Ciudadanos no existían en el panorama político nacional, PP y PSOE recabaron el 92% de los votos. El ‘bipartidismo’ tal vez esté herido de muerte, pero aún parece pronto para organizar su funeral, tanto a nivel local como en el conjunto del país. De hecho, puede que después de todo, el escenario político no haya cambiado tanto y la llave del Paacio de La Moncloa la continúen teniendo aún los partidos nacionalistas, algunos ya irremediablemente independentistas.
Y el tercer análisis que hay que realizar, mucho más trascendental que los dos anteriores, tiene por objetivo tratar de vaticinar cuál va a ser la fórmula para gobernar este país. Las matemáticas ofrecen varias combinaciones que permiten alcanzar fácilmente una mayoría absoluta. Pero los números no son suficiente argumento para poner encima de la mesa sumas que resultan imposibles políticamente. La unión PP-Ciudadanos se queda muy lejos de mayoría absoluta que daría la deseada estabilidad política para gobernar durante los próximos cuatro años sin tener un ojo puesto constantemente en el Congreso.
La alternativa de izquierdas capitaneada por 90 diputados del PSOE y 69 de Podemos deja entrever la posibilidad de un pacto de izquierdas.
Se abre una etapa política que comienza haciendo necesaria una buena provisión de pilas para calculadoras; un periodo en el que quienes finalmente apuesten por unirse en un pacto de gobierno o de gobernabilidad que dé estabilidad política durante los próximos cuatro años requerirán buenas dosis del talante del que alardeaba el candidato José Luis Rodríguez Zapatero cuando su objetivo era llegar a La Moncloa.