Vino ayer el ministro del Interior cuando aún flotaban en el aire las preguntas que había dejado sin respuesta cinco días antes el ministro de Justicia. Y se marchó Fernández Díaz dejando para el próximo que venga las mismas dudas sin resolver que eludió Rafael Catalá.
En cambio sí quedó muy clara cuál es la política del Gobierno de Rajoy respecto a Marruecos. “Precisamente porque quiero mantener las magníficas relaciones con el reino de Marruecos, no voy a interferir en nada que afecte a la soberanía marroquí”, dijo el ministro del Interior cuando le preguntaron por el ‘caso de Emin y Pisly’. Con esa contestación, los familiares de los dos jóvenes muertos a disparos de la Marina Real marroquí en octubre de 2013, ya saben lo que pueden esperar del Ejecutivo español en su lucha por esclarecer ese suceso.
Sobre la Oficina de Asilo y la imposibilidad de los inmigrantes subsaharianos de acceder a la misma, a Fernández Díaz le pueden plantear la cuestión en Ceuta, en Melilla o en el Congreso de los Diputados, pero la respuesta siempre será la misma: Si un inmigrante salta la valla es porque no quiere pedir asilo, ya que, de desear hacerlo, tiene a la posibilidad de solicitarlo en Beni-Enzar. El ministro se vuelve sordo como una tapia cuando se le explica que, a efectos prácticos, la oficina que ayer inauguró en Melilla (similar a la que un día antes abrió oficialmente en Ceuta) es tan inaccesible para los subsaharianos como si el Ministerio la hubiera instalado junto al cuartel de la Guardia Civil que inauguró el domingo en Fitero (Navarra). Igual que el entrañable actor maño Paco Martínez Soria en el papel protagonista de la película de los 70 ‘Don erre que erre’, Jorge Fernández Díaz se mantiene en sus trece. Paciencia, mucha paciencia, deberá echarle Francesca Friz-Prguda, representante de Acnur en España. Ayer acompañó al ministro en su visita a Melilla. Durante la entrevista que concedió a El Faro Friz-Prguda se congratulaba de haber hecho ver a Fernández Díaz la conveniencia de instalar unas oficinas de asilo en Melilla y Ceuta. “Damos la bienvenida a este paso tan importante”, decía la representa de Acnur en España, para más adelante reconocer que “hay cosas que aún quedan pendientes de trabajar”. Se refería Friz-Prguda a que “el derecho a buscar asilo es universal. Por tanto, no depende ni de la manera de entrada ni de la nacionalidad” del solicitante. Sin embargo, el ministro volvía a insistir ayer (‘erre que erre’) en que “las personas que entran atravesando el perímetro fronterizo y están en el CETI no piden asilo porque no tienen derecho a asilo”.
También deberá continuar insistiendo la AUGC (Asociación Unificada de Guardias Civiles) si quiere contar con un protocolo de actuación en la valla. Fernández Díaz reiteró la promesa de que ese documento se redactará una vez aprobada la enmienda a la Ley de Seguridad que modifica a su vez la Ley de Extranjería. Sin embargo, las cada vez más cercanas elecciones generales, la finalización de la legislatura y la disolución de las Cortes pueden ‘obligar’ al ministro a incumplir su promesa.
Los deseos que sí se han materializado son los del presidente Imbroda. Pidió un centenar de agentes de la Guardia Civil y Policía Nacional y el ministro le ha concedido más de 80, según las cuentas del propio Ministerio. Hace tiempo el jefe del Ejecutivo local le solicitó que arreglara el paso de Beni-Enzar y la promesa ya se ha cumplido. Ahora le ha demandado un nuevo paso fronterizo y el ministro se ha puesto manos a la obra. Sin duda, desde la perspectiva del presidente Imbroda (y de Marruecos), nadie puede negar que Jorge Fernández Díaz “es un amigo de verdad”.