Una amiga íntima de Outmane afirma que su madre la convenció de que volviera al domicilio familiar para “arreglarse” con el marido, pero la joven no quería volver con él.
Hace nueve meses aproximadamente Hannan Outmane conoció a otra mujer víctima de violencia de género en la casa donde ambas estaban acogidas. Pronto se convirtieron en amigas íntimas. Tras el trágico desenlace de Outmane, su amiga y confidente difícilmente puede contener las lágrimas al recordar a la joven. “Era muy buena, como un ángel. Éramos como hermanas. Todo lo que teníamos en el corazón nos lo contábamos”, asegura.
Ambas habían sido agredidas por sus maridos. “Nos hemos casado con unos asesinos”, lamenta. Esta amiga asegura que un día paseaban por la calle y el marido de Outmane las abordó. Era un ‘ataque’ más de los que ya había sufrido la joven. “Era horrible. Me contaba que la pegaba en la cabeza y le hacía sangre”, explica.
Un día, mientras seguían acogidas, la madre de Outmane llamó a su hija por teléfono y le pidió que acudiera al domicilio de su marido. “Ella no sabía que él estaba allí, pero su madre le pidió que fuera y ella lo hizo”, relata. Al parecer la intención de los familiares de la pareja era que ambos ‘arreglaran’ sus diferencias y continuaran juntos. Pero Outmane no quería volver con su marido, asegura su íntima amiga.
Ésta también recuerda cuando acusaron a Hannan Outmane de volver con su ex pareja y convivir con él. “La Policía le perseguía y le decía que había vuelto con su marido, pero no era así. Había ido a ver a su madre”, añade.
La joven llegó un día muy nerviosa al centro de acogida y le contó a su compañera que había tenido una pelea con su familia. “Tenía mucho miedo. Consiguió escapar y volver a la casa de acogida”, asegura. Pero a los pocos días abandonó la vivienda.
Esta amiga de Outmane afirma que ella también ha tenido que abandonar la casa de acogida. “Yo no tengo una orden de alejamiento”. Afirma que éste es el motivo por el que ha tenido que irse del lugar. Explica que ahora sus dos hijos están en Marruecos mientras ella intenta encontrar un trabajo en Melilla para poder salir adelante.
“No confiaba en los hombres”
“Mis hijos han nacido aquí, pero a las autoridades no les importa. Me han denegado el permiso de residencia y lo he recurrido porque quiero trabajar y sacar adelante a mi familia”, lamenta. Dice estar disgustada con las autoridades. “Nos dejan tiradas en la calle. No les importamos. Ojalá ahora nos ayuden. Para Hannan ya es tarde”, lamenta sin poder contener las lágrimas.
El pasado martes por la mañana, día del suceso, fue la última vez que la vio con vida. “Hablamos y reímos porque nos contábamos todo. Nos ayudábamos como hermanas. Ella me contaba todo y yo a ella también”, afirma y añade que “desde que ha pasado esto no puedo dormir. Siempre estoy pensando en ella. Me decía que yo era como su hermana”.
Sobre el hombre que también falleció en la cuesta de la Alcazaba, Mohamed Ohadik, que estaba con ella aquella fatídica tarde, la amiga íntima de Outmane asegura que sería un amigo. Ella no tenía conocimiento de que su compañera de fatigas estuviera viéndose, saliendo o iniciando una relación sentimental con nadie. “Yo sabía que no se veía con nadie. Su problema, aunque se viera con este chico era que ella no confiaba. Tenía miedo de los hombres”, asegura.