El repunte en el número de entradas a través de la valla también está teniendo eco en los intentos por vía marítima, como demuestra lo ocurrido en la jornada de ayer, cuando una embarcación con 21 subsaharianos a bordo trató de alcanzar la costa melillense.
Sin embargo, las llegadas por mar se han convertido en una excepción este año, pues apenas han conseguido arribar pateras al litoral de la ciudad autónoma. De hecho, la última que logró tocar tierra llegó el pasado 3 de junio con de 24 personas, en concreto a través de la playa de Horcas Coloradas.
En lo que va de año han llegado a la ciudad autónoma ocho pateras con un total de 170 inmigrantes a bordo. Pese a que Marruecos vigila la costa más que nunca, la cifra es superior a la registrada durante el pasado ejercicio, pues entre enero y agosto de 2013 entraron 139 subsaharianos por vía marítima.
Y es que desde que llegó el buen tiempo, los intentos de acceder por mar se han multiplicado, aunque desde junio no se ha producido ninguna llegada. A partir del día 3 de dicho mes, todas las pateras que se han logrado aproximar a la costa local fueron devueltas al país vecino, haciéndose cargo de ellas la Gendarmería Real.
Protocolo de intervención
En este sentido, hay que reseñar que el GEAS únicamente se hace cargo de los subsaharianos cuando se trata de un rescate en alta mar y en los últimos intentos no se ha dado esta circunstancia, tal y como ocurrió en la jornada de ayer. Así pues, cuando se localiza a una barca con subsaharianos a bordo, la Comandancia de Melilla o el oficial de servicio se pone en contacto con la Gendarmería de Marruecos para que se hagan cargo de ella. No se trata de un protocolo de rescate, sino de colaboración para combatir la inmigración irregular.
El mismo proceder se ha puesto en práctica para los intentos de entrada a nado, como el que tuvo lugar el pasado 30 de agosto, cuando dos subsaharianos trataron de alcanzar la costa por el dique norte de Melilla.
A este protocolo hay que sumar que los agentes del país vecino tienen actualmente un despliegue marítimo de forma permanente, por lo que su intervención es casi inmediata cuando se les requiere.
Así pues, en los últimos dos meses la costa de la ciudad autónoma se ha blindado contra las embarcaciones de los inmigrantes subsaharianos. Habrá que esperar para ver cuánto dura esta efectividad, habida cuenta de que la presión sobre la frontera, tanto terrestre como marítima, es cada vez mayor.