Todo estudiante de Medicina, y Mustafa Aberchán, líder de CpM, lo fue, recibe dos enseñanzas básicas al poco de poner un pie en la Facultad.
Para empezar, aprende que la primera obligación del médico es realizar un análisis del paciente y, por lo tanto, su mayor virtud es ser certero en el diagnóstico. A continuación, descubre que no hay medicamento que cure sin provocar algún mal, por mínimo que sea, y que el sanador debe saber ponderar con moderación y acierto entre las propiedades curativas de un fármaco y sus efectos adversos y contraindicaciones.
Sin extrapolamos las facultades que al doctor Aberchán se le presuponen como cirujano a su faceta como político y analizamos la manifestación de ayer promovida por el líder de CpM, vemos que hay que considerar, cuando menos, arriesgada la ‘operación’ llevada acabo por el responsable del principal partido de la oposición en Melilla. Otros preferirían calificarla de irresponsable, temeraria, negligente, irreflexiva o incauta, y tampoco faltarían argumentos para describirla así.
En primer lugar, Mustafa Aberchán se equivoca en el diagnóstico de la situación en Palestina, y más concretamente, en Gaza. Se trata de un problema tan complejo, que resulta imposible asignar en justicia el papel de buenos o malos a alguno de los dos bandos enfrentados. Ni siquiera, llegando al extremo, sería justo hablar de judíos y palestinos como enemigos por el hecho de que sus dirigentes sean incapaces de encontrar el camino hacia la paz que ambos pueblos desean.
El simplismo del análisis político de Aberchán queda el descubierto cuando exige que no haya más palestinos muertos, heridos o que sufran y considera que quien no apoya su manifestación carece de valor o defiende lo contrario.
En segundo lugar, se equivoca al elegir la medicina para una ‘enfermedad’ mal diagnosticada. Considera que es importante que Melilla aporte su granito de arena a la solución de un problema que no han sido capaces de resolver durante décadas las más grandes potencias mundiales. Y suministra ese ‘fármaco’ sin tener en cuenta o minusvalorando los posibles efectos adversos y contraindicaciones en Melilla. Con más calma y menos afán de protagonismo, el líder de CpM hubiera podido encontrar en su vademécum de bolsillo un medicamento más eficaz y menos agresivo: Qué mejor imagen y ejemplo mundial podría dar Melilla ante el conflicto palestino-israelí que un acto conjunto, consensuado y mayoritario de todas las culturas y partidos políticos a favor de la paz en Oriente Próximo. Musulmanes, cristianos, judíos, hindúes... todos juntos detrás de una pancarta o reunidos en un acto auspiciado por el conjunto de fuerzas política alentando a los gobiernos de Israel y Palestina a encontrar un modo de que sus pueblos puedan vivir en paz.
Y finalmente, asegura Aberchán que si el ‘paciente’ hubiera sido otro, si las víctimas fueran niños judíos, estaría dispuesto a aplicar la misma medicina. Aunque por desgracia no le han faltado oportunidades para hacerlo, aún no hemos tenido oportunidad de ver a Aberchán movilizar a 2.000, 5.000 o 7.000 ciudadanos para manifestárse por los judíos muertos, heridos o que sufren y llamar “asesino” al gobierno de Gaza. Y ello a pesar de que el líder de CpM insiste en defender con celo la supuesta aconfesionalidad de su partido y en desvincularlo de la religión musulmana.