Unos 400 melillenses están llamados a participar mañana en la elección del nuevo secretario general del PSOE.
Sus votos también contarán para saber quién liderará el primer partido de la oposición durante los próximos años y, probablemente, se mida a Mariano Rajoy por la presidencia del Gobierno dentro de algo más de un año. No es un proceso baladí, como no lo fue la elección de José Luis Rodríguez Zapatero para ponerse al frente de los socialistas en el Congreso Federal de año 2000. Hoy el PSOE ni España serían los mismos si aquellos nueve votos de diferencia con su compañero leonés no le hubieran hecho perder la Secretaría General a José Bono.
No fue fácil para el PSOE la transición desde la marcha de Felipe González y tampoco lo está siendo desde el adiós de José Luis Rodríguez Zapatero. Joaquín Almunia tuvo que soportar el peso de un partido en declique como en los últimos años lo ha venido sufriendo Alfredo Pérez Rubalcaba.
A partir de mañana, los socialistas abren una nueva etapa, tan importante para su propio partido como para el conjunto del país. En los últimos años el Gobierno del Partido Popular se viene enfrentando en solitario a importantes retos por la inexistencia de un partido en la oposición fuerte, coexionado, previsible y sólido. Viene faltando durante mucho tiempo un interlocutor firme con el que poder tratar asuntos de Estado trascendentales. Algunos de estos temas, afectan de forma directa a nuestra ciudad. Es el caso de la polémica con las concertinas, que ha centrado durante semanas el debate político en toda clase de foros sin ningún fruto. El PSOE, en un extraño equilibrio de ‘rechazo lo que hace unos años apoyaba y quizás tenga que volver a defender si vuelvo gobernar’, se lazó a la desesperada a la búsqueda del voto fácil a costa de poner en duda la seriedad que se le presupone a un partido con aspiraciones de ponerse al frente del país.
Falta coherencia en el PSOE desde hace años, algunos la echan de menos incluso desde antes de que José Luis Rodríguez Zapatero abandonara sus despachos en La Moncloa y en Ferraz. El famoso ‘talante’ del que hacía gala el mediático ZP parecía incompatible con la sensatez en el Partido Socialista.
A partir de la próxima semana la prudencia, la moderación, la mesura y la lógica deberían aumentar en el PSOE. Dependerá de que los militantes socialistas, incluidos los 400 de Melilla, acierten en su elección entre Eduardo Madina, Pedro Sánchez y José Antonio Pérez Tapias. Uno de los tres tomára el testigo y se pondrá al frente de la Secretaría General del PSOE, un partido que pasa por uno de sus peores momentos desde su fundación por Pablo Iglesias en 1879, muy distinto del actual Pablo Iglesias cuya demagogia ha puesto a los socialistas delante de un espejo.