Las células radicadas en el país son una “potencial amenaza estratégica” para la seguridad del Estado.
Dos investigadores del Real Instituto Elcano, expertos en Terrorismo Internacional, urgen a las autoridades españolas a implementar un “plan de prevención de la radicalización asociada al terrorismo yihadista”. En un estudio sobre el perfil sociodemográfico de condenados y muertos en actos de terrorismo en España entre 1996 y 2012.
Los investigadores Fernando Reinares y Carola García–Calvo constatan que los descendientes de inmigrantes de países islámicos o también llamada la ‘segunda generación’ son “más vulnerables a la incidencia de los procesos de radicalización yihadista”. Ello unido a la mayor presencia en el país de células, como las que se están desmantelando, comprometen la seguridad del Estado y exigen de medidas, como afirma un profesor de la UGR Javier Jordán en un estudio también para el Instituto Elcano.
Este profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Granada afirma que la mayor o menor presencia de radicales yihadistas en España depende en gran medida de “la fortaleza o debilidad de las grandes organizaciones” internacionales y, unido a ello, de “la estabilidad política en los países de mayoría islámica”, especialmente, Pakistán, Egipto, Yemen, Argelia, Siria, Mali, Irak y Libia.
Jordán afirma que “la naturaleza e intensidad de la militancia yihadista en España se encuentra estrechamente relacionada con el devenir de las grandes organizaciones yihadistas y con los cambios que se producen en la agenda política de éstas”.
Este profesor observa esta influencia ahora en el conflicto en Siria, pero en los años 90, por ejemplo, en la actividad del GIA en Argelia. A partir del año 2000 el auge de Al Qaeda y el apoyo a la Yihad en Irak entre los años 2004 y 2008.
Nuevos fenómenos
El profesor Jordán también constata que en los últimos años se asientan en España “células independientes y lobos solitarios”, en un nuevo fenómeno que ya se ha dado en Reino Unido y en Francia. Como ejemplo, Jordán menciona el asesinato del soldado británico Lee Rigby en Londres y el asalto contra otro militar francés días después.
Pero a pesar de estos nuevos fenómenos, insiste el profesor universitario, “los proyectos terroristas más serios y potencialmente más letales han sido obra en exclusiva de células vinculadas a una gran organización yihadista”. Ejemplo de ello han sido los atentados en Madrid el 11 de marzo de 2004, la colocación de un artefacto por parte del mismo grupo en la vía del AVE Madrid–Sevilla pocas semanas más tarde y el complot contra el metro de Barcelona desarticulado en enero de 2008.
Jordán concluye que “las grandes organizaciones son las únicas que, potencialmente, pueden convertir el terrorismo yihadista en una amenaza estratégica para España”, tras analizar los resultados de 64 operaciones antiterroristas entre 1995 y 2013, periodo de tiempo en el que los atentados del 11–M marcaron un antes y un después.
Yihadismo autóctono o ‘homegrown’
Por su parte, los investigadores del Instituto Elcano Fernando Reinares y Carola García–Calvo afirman en su estudio sobre el perfil del yihadista en España que “a la luz de las experiencias en Reino Unido, donde determinados segmentos de las segundas generaciones (hijos de inmigrantes procedentes de países mayoritariamente musulmanes) se han mostrado especialmente vulnerables a la incidencia de los procesos de radicalización yihadista, puede afirmarse que España se encuentra ya traspasando el umbral más allá del cual se genera un apreciable potencial de terrorismo yihadista de cariz autóctono (homegrown terrorism), añadido al que existe en Melilla y Ceuta”.
Dolors Bramon
“Los mal llamados yihadistas son, en realidad, asesinos”
La profesora titular de la Universidad de Barcelona Dolors Bramon afirma que es “erróneo y desafortunado” llamar a los terroristas como yihadistas. En un artículo recogido en los Cuadernos de la Escuela Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores editado en 2013, esta profesora universitaria sostiene que “al hablar de yihadismo o de yihadistas, Occidente no hace más que exhibir su ignorancia. Los así llamados son, en realidad, asesinos. Son terroristas sin ningún otro calificativo y es conveniente que no nos dejemos engañar con su lenguaje pseudoreligioso”.
Dolors Bramon aboga también por desvincular la llamada yihad con la guerra santa y afirma que “los grupos islamistas que han surgido en estos últimos tiempos y que protagonizan acciones terroristas no están practicando ningún tipo de Yihad”.
La profesora de la Universidad de Barcelona explica que la palabra Yihad, que tiene su raíz en el vocablo árabe ‘yahada’, aparece en 35 ocasiones en el Corán. “En la mayoría de los casos va seguida de la expresión ‘en la senda de Dios’, que ya indica un sentido espiritual. En 22 ocasiones significa ‘esfuerzo o superación de la conducta propia o colectiva’, en otras tres ocasiones alude claramente a la ‘elevación espiritual de los fieles’ y en las 10 menciones restantes hace referencia a algún enfrentamiento bélico”. En este sentido, Bramon puntualiza que “las luchas entre musulmanes están expresamente prohibidas en el Corán, que únicamente considera lícito el combate cuando se efectúa para responder a una agresión, en defensa de determinados valores o para evitar males mayores”.