Decenas de personas salieron a la calle para ver la salida de la procesión y la acompañaron durante todo el recorrido l La sobriedad fue una vez más la principal característica de la estación de penitencia castrense
La Virgen de la Piedad abrió un año más el Viernes Santo melillense. Pasadas las 21:00 horas las puertas de la Castrense se abrían para que comenzara la procesión. Antes de que la Virgen pisara la calle, varios cofrades sacaron el Cristo de la Legión, que este año por primera vez participó en la estación de penitencia. Minutos después salía la Piedad, con el rostro cubierto de lágrimas y su hijo muerto sobre los brazos.
Los portadores volvieron a hacer gala de la maestría necesaria para que el trono saliera por la puerta de la parroquia sin que la corona rozara el techo.Una maniobra complicada para la que los hombres de trono tienen que coger los varales con las manos y salir casi en cuclillas a la calle.
En las puertas del templo centenares de melillenses aguardaban el inicio de la procesión y rompieron el silencio con un fuerte aplauso cuando la virgen pisó la calle. Una grupo de música sacra acompañaba este año a la estación de penitencia, una de las novedades que se han incorporado a la cofradía con motivo de su XXV aniversario.
Mantillas y penitentes precedían al trono. Ellas de riguroso luto. Ellos con túnicas negras y fajines azules. La sobriedad que caracteriza a esta hermandad volvió a ser la protagonista. Ningún estruendo, ninguna exaltación, silencio y recogimiento para llorar junto a los melillenses la muerte de Cristo.
A pesar de que media hora más tarde estaba previsto el inicio de la procesión oficial de Melilla, el Santo Entierro, los cofrades del Humillado contaron con el respaldo de la ciudad durante todo el recorrido.
La cofradía castrense fue la primera de las tres que procesionaron el Viernes Santo en pasar por la carrera oficial. Poco después de las diez de la noche, antes de la salida de la Soledad y minutos después de que el Santo Entierro pisara la calle, la Cruz de Guía de la Piedad entraba en la Avenida Juan Carlos I, abarrotada de personas que querían disfrutar de unos de los días grandes de la Semana Santa local.
La hermandad completó su estación de penitencia sin problemas. Seguidos en todo momento por sus cofrades, entre los que había un importante grupo de niños de la ‘guardería’ de la cofradía. Unos pequeños que representan el futuro de la Pasión local.
La Piedad fue la primera de las tres procesiones del Viernes Santo en regresar a su templo. Igual que ocurrió el Martes Santo lo hizo a tiempo, con solemnidad, orden y respeto, las señas de identidad de la cofradía más joven de nuestra ciudad.
XXV aniversario
Antes de la medianoche, la Virgen ya estaba de nuevo en su templo, donde permanecerá hasta septiembre, mes en el que está previsto que la hermandad realice los actos de celebración de su XXV aniversario. En concreto, habrá dos procesiones, una el día 13 y otra el 15, en las que los hermanos del Humillado esperan volver a contar, al igual que ha ocurrido en esta Semana Santa con el respaldo de los melillenses.