La Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR) ha alertado de que la mitad de los inmigrantes que llegan a Ceuta y Melilla proceden de países con conflictos bélicos y por tanto podrían solicitar asilo, aunque España concede esta protección de “manera residual”, ya que acepta menos del 10 % de las peticiones.
CEAR presentó ayer la campaña en la página web ‘estohayquecortarlo.org’ con la que pretende recoger 100.000 firmas para solicitar al Gobierno la retirada de las concertinas de las vallas de Melilla y Ceuta y el respeto de los derechos humanos.
“Una persona refugiada es alguien que nunca imaginó que un día se vería obligada a abandonar su país y pedir asilo en otro para conservar su vida o su integridad física”, explica CEAR.
El presidente de la organización de ayuda al refugiado, Carlos Berzosa, lamentó “la manipulación” del Ejecutivo, al querer trasmitir que los intentos de saltar la valla son algo nuevo y que han aumentando en las últimas semanas, para justificar las “medidas represivas” en el control de las fronteras.
“Nos quieren hacer ver eso para que sintamos miedo, pensemos que todos esos inmigrantes nos quieren quitar el trabajo en un momento de crisis”, dijo Berzosa, quien destacó que las mayores entradas de inmigrantes se producen por los aeropuertos, carreteras y trenes, y no a través de las vallas o en las pateras.
Según la secretaria general de CEAR, Estrella Galán, “sólo el 5% de la inmigración irregular entra a España por Ceuta y Melilla”.
Un informe de Frontex señala que 6.397 inmigrantes entraron en 2012 por la ruta oeste mediterránea, en la que se encuentra Melilla y Ceuta, mientras que por la del este de Europa -Grecia, Bulgaria y Chipre- lo hicieron 37.224.
“Están trasmitiendo un mensaje intimidatorio a la población, culpando a las mafias de estas avalanchas, pero se tergiversa el mensaje para evadir el verdadero problema, que es que estas personas huyen de sus países por hambre, violencia de género o guerras”, añadió Berzosa.
Desde CEAR alertan de que los inmigrantes no están solicitando asilo para no quedarse encerrados durante años en las dos ciudades autónomas y aunque algunos lo hacen cuando son trasladados a la península, la mayoría “permanecen invisibles”.
“De los 1.500 inmigrantes que se encuentran en los Centros de Estancia Temporal (CETI) de Melilla y Ceuta, más de 700 son susceptibles de asilo porque proceden de Malí, República Centroafricana o Siria”, destacó.
En este punto, CEAR reclama que se habiliten puestos fronterizos para pedir asilo y vías seguras para la llegada de inmigrantes.
En la campaña de recogida de firmas contra las cuchillas han colaborado, entre otros, la periodista Mamen Mendizábal, el cantante Makako y el actor Tristán Ulloa. Denuncian que el Gobierno viola leyes como la de Extranjería y Asilo.
“Nadie viene de Sudáfrica o Namibia, sino de países con dictaduras”
En la presentación de la campaña de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR), para recoger firmas contra la concertina, estuvo presente Alain Diabanza, un refugiado de la República Democrática del Congo que llegó a España a nado por la playa de El Tarajal en Ceuta hace diez años. Diabanza explicó que aunque no se atrevió en dos ocasiones a saltar la valla y continuó escondido en la montaña durante meses, tuvo que hacerlo “porque detrás no hay vida". “La solución empieza en los países de origen, nadie viene de Sudáfrica o Namibia, sino de países con dictaduras, como el mío, cuyos presidentes están invitados por los gobiernos en Europa”, aseguró este profesor, que en su país tenía un sueldo de 40 euros al mes, que cobraba con retraso. El inmigrante relató que él tuvo suerte porque no le devolvieron ‘en caliente’ como a muchos de sus compatriotas cuando pisó suelo español, sino que al llegar a la playa de Ceuta, le trasladaron al hospital, luego a la comisaría de Policía, después al CETI y de allí, tras pedir asilo, a una organización de CEAR a la península.
Ahora, con residencia legal, es voluntario de Comisión de Ayuda al Refugiado en Málaga donde trabaja con otros inmigrantes y les informa de sus derechos.
Reconoce que "España debe proteger sus fronteras y no va a poner una alfombra roja", pero reclama "el respeto a los derechos humanos".