El pasado martes 26, la Salvamar Spica arribó al puerto de Melilla con 58 personas que viajaban en una patera que se hundía en el Mediterráneo. Tres de ellas llegaron cadáveres a nuestra ciudad y varias tuvieron que ser ingresadas en la UCI. Una más falleció poco después en el hospital Comarcal.
Lo que hemos sabido hoy, según ha contado a El Faro uno de los supervivientes del naufragio, otras 26 personas murieron en la travesía, entre ellas su hermano, que cayó al agua por desfallecimiento y no pudo ser rescatado por sus compañeros de embarcación.
La cifras de muertes en el mar son tremendas. Miles de seres humanos están muriendo en nuestras aguas, huyendo de sus países, donde la vida es inasumible, en un desesperado intento por alcanzar Europa.
Ayer, los responsables de Interior de los países que componen la Unión Europea mantuvieron una reunión para tratar el tema de la inmigración. El representante español, Fernando Grande-Marlaska, insistió en la necesidad reforzar el trabajo que se viene desarrollando con los países de origen y de transito. Se trata de una medida que está dando buen resultado, como demuestran los datos de llegada de inmigrantes irregulares a nuestro país, casi ha descendido un 50 por ciento respecto al mismo periodo de 2019.
La colaboración internacional en esta materia es primordial y por el momento es la mejor forma de hacer frente a las mafias que siguen contrabandeando con la vida de las personas y ganando ingentes cantidades de dinero.