En el arranque de este 2022 continúa la presión migratoria sobre la frontera de Melilla. Esta pasada Nochevieja, unos 200 inmigrantes intentaron violentar el perímetro fronterizo con Marruecos para intentar acceder a la ciudad.
El intento, que se produjo por la zona del puesto de Farhana, fue impedido por los agentes desplegados en la zona, que llevan día en alerta. No en vanos, las pasadas jornadas dieron otros intentos de saltar la valla, y en uno de ellos resultaron heridos 13 guardias civiles.
Así, este nuevo año comienza como terminó 2021, con cientos de personas al otro lado de la frontera y cuyo mayor deseo es poder entrar en España. También ayer conocimos que una familia marroquí había desembarcado en la isla del Congreso solicitando asilo en nuestro país y circula un vídeo, presumiblemente de esta semana, en el que se observa a cientos de subsaharianos en la zona del monte Gurugú.
Los grandes movimientos migratorios no van a cesar. La desigualdad entre los países del tercer mundo y los países desarrollados es demasiado grande y seguirá siendo un incentivo para todas estar personas que abandonan sus hogares para buscar un futuro más próspero. Y mientras tanto, Melilla en medio.
La situación geográfica de la ciudad y el hecho de ser un territorio español y de la Unión Europea convierte a nuestra ciudad, al igual que a Ceuta, en un enclave al que muchos de estos inmigrantes ansían llegar.
Mientras no se ejecute una política de calado para promover el desarrollo de los territorios menos desarrollados y sus habitantes vean en nuestro país y el resto de países europeos la única oportunidad de mejorar sus vidas, seguiremos padeciendo esta presión sobre nuestra frontera.
También es imprescindible reforzar la valla con medios humanos y materiales. Los intentos de entrada son cada vez más numerosos y en ellos intervienen una gran cantidad de personas, lo que hace muy complicado el trabajo para los agentes desplegados en la zona.
Este 2022 debería suponer un cambio en el enfoque que se está dando al problema de la inmigración. Melilla no puede seguir viviendo pendiente de los intentos de salto y los inmigrantes merecen oportunidades en sus propios países.
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