Sociedad

10 días en Melilla en el Gota de Leche: "Nos hemos dejado una parte de nosotras allí"

Ellas, en su mayoría, tienen entre 16 y 17 años y han pasado 10 días en Melilla realizando actividades con los menores y los ancianos del Centro Asistencial Gota de Leche y los mayores del Imserso. “Para nada me arrepiento de haber participado. Yo el año que viene vuelvo a ir, en 10 días nos hemos dado cuenta de que hemos dejado una parte de nosotras allí”, comenta Isabel Sánchez. Esta jienense de 17 años ha participado, junto con otras 26 voluntarias, en el campamento organizado por la Fundación Aliatar.

Se trata de una actividad que se llevó a cabo del 20 al 30 del pasado julio en la que participaron voluntarias de varias provincias de Andalucía y tres estudiantes de intercambio mexicanas.

Una juventud concienciada

“El proyecto surge con nuestra línea del área social de la Fundación Aliatar, en la que tenemos por objetivo desarrollar una conciencia social entre la juventud”, destaca Mari Cruz Montoro, directora de proyectos de la funcación.

Objetivo que parece haber cumplido, a juzgar por las palabras de Isabel: “Yo, antes de esta experiencia, veía estos casos en los medios de comunicación y no le daba tanta importancia. Ahora, justamente esta mañana, ha salido una noticia en el informativo relacionada con el tema y hasta me he girado a verla, porque me he dicho que no puede ser que sigan pasando esas cosas”.

“Además, cuando llegué a Jaén y me metí por primera vez en mi cuarto, ¡me sobraba hasta el escritorio!”, señala a raíz de esta experiencia trabajando como voluntaria con los menores del Centro Asistencial de Melilla.

Es por ello que la directora de proyectos de Aliatar haya calificado esta vivencia como “muy positiva” tanto para la gente que ha trabajado en el desarrollo del proyecto, como por parte los voluntarios que han estado pasando tiempo con los residentes de Gota de Leche y del Imserso. “Ha sido muy satisfactorio el poder compartir su experiencia y esas posibilidades que tenemos en el día a día y que, cuando conocemos las realidades sociales de otras personas más vulnerables, te das cuenta de lo que tienes”, apunta.

“No es sólo por lo que hemos dado, sino por lo que hemos recibido. Hemos recibido ese cariño de las personas a las que hemos atendido, que les ha hecho crecer personalmente y adquirir esas habilidades sociales que hemos desarrollado durante el trabajo en equipo, como la comunicación interpersonal y la iniciativa de la responsabilidad”, subraya Montoro.

Otras realidades

El cariño de las personas a las que han atendido es un detalle que también destaca Isabel: “Cuando llegábamos al Centro, eran los niños los que se lanzaban a nosotras y venían directos para ver la actividad que teníamos que hacer hoy”.

“Yo puedo estar un año con mis amigos, pero necesito el cariño de mis padres y esa motivación para superarme y para ser mejor persona. Ellos tienen que hacer todo eso solos”, apunta esta estudiante jienense de 17 años. “Había niños a quienes les preguntabas qué querían ser de mayor y te decían que ellos sólo querían comer y dormir. Nosotras les decíamos que ¡cómo van a querer eso solamente! ¡Que se movieran, que hicieran algún curso!”.

Isabel recuerda especialmente la historia de un menor que conocío en el Centro Asistencial. El niño cruzó la frontera con el objetivo de conocer sus orígenes, quiénes eran sus padres. “Cuando llegó a Marruecos, allí le dijeron que fue abandonado y que sus padres no querían saber nada de él. Entonces, se tuvo que volver a la frontera y buscar a alguien que lo llevara de nuevo a la Gota de Leche”, cuenta.

Otra de las situaciones que le marcó a Isabel fue esta: “Por la noche te encontrabas a un montón de MENA pidiendo. Es cierto que en la península estamos acostumbrados a ver gente pidiendo, ¿pero niños con 6 o 7 años? Eso a mí me dolió un montón”, precisa.

La Melilla más cultural

Igualmente, las voluntarias tuvieron la oportunidad de poder participar en actividades de carácter cultural, como por ejemplo realizar visitas guiadas para descubriruna ciudad tan poco conocida para muchos españoles: “Hemos podido conocer el día a día de los melillenses, de cómo culturas tan diferentes viven en concordia unas con otras”, destaca Mari Cruz Montoro. Del mismo modo han realizado tareas de restauración d elos bienes de la ciudad barnizando los bancos de la Parroquia Castrense.

Es por todo lo que ha vivido este grupo que la fundación piensa repetir de cara al año que viene. Montoro señala que ya se han comprometido a ello. “Con la Consejería de Bienestar Social hemos tenido un buen tratamiento y nis han dejado la puerta abierta a que podamos volver”, señala. “También nos gustaría agradecer a la consejería, a los directivos de Gota de Leche y el Imserso y a la Parroquia Castrense”, indica la directora de la Fundación Aliatar

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